Ningún delincuente reconoce sus delitos, salvo detención “in fraganti”. El presidente de la República jamás reconocerá que ordenó a su secretario de Gobernación, presionar al dirigente nacional del PRI, para “doblarlo”. Seguramente Alejandro Moreno tendrá tras de sí, la comisión de actos ilegales; sin embargo, tienen derecho a la garantía de audiencia.
La campaña de desprestigio iniciada por Layda Sansores San Román, gobernadora de Campeche, no es casual; gobernadora a quien, en su tiempo, los medios de comunicación ventilaron sus corruptelas cuando fue senadora de la República. Nadie la acusó y hoy gobierna su Estado.
Layda Sansores, violando todo procedimiento legal, se regodea y regocija dando a conocer audios por medio de los cuales pretende evidenciar corruptelas del dirigente del PRI. Curiosamente en tiempos de campañas electivas en 6 estados. Les pesó que “Alito” no haya apoyado la iniciativa de reforma eléctrica. Los morenistas van por todo, sin importar la comisión de evidentes delitos. Viven de la política: “peccata minuta”. AMLO ya piensa en el dinero de su jubilación.
Alejandro Moreno, revira y evidencia la coacción a que es sometido. También dio a conocer una grabación sobre una plática telefónica que sostuvo con el senador del Verde Ecologista y exgobernador de Chiapas, Manuel Velasco, aquel que entregaba miles de pesos a los hermanos de AMLO en bolsas de papel. López Obrador, calificó de “apoyos del pueblo” a las “donaciones”. No reconoció que tanto él como sus hermanos cometieron ilícitos.
En la grabación se escucha claramente cómo lo intimidó Manuel Velasco; amenazó a “Alito tibiamente”. El senador cumplía una orden del secretario de Gobernación, quien a su vez ejecutaba la orden del presidente de la República: convencer al priista para que votara por la iniciativa de reforma. Acto eminentemente delincuencial. El presidente de la República lo niega. Tonto sería reconocer que dio la orden de amenazar.
Lo mismo podemos decir de exfuncionarios y de actuales servidores públicos. Nadie reconoce sus delitos, salvo prueba en contrario. La amenaza, la intimidación es común su uso como un “arma política”; o el premio cuando se doblan, como ha sucedido con exgobernadores que entregaron a Morena el poder en sus estados. Parece que nadie escapa a las presiones de un Presidente de la República. Incluso los empresarios son parte del juego cuando deben “pagar”. La cena de los tamales de “chipilines” es un claro ejemplo de la corrupción. Nadie reconoce sus delitos.
Analista legislativo. @HectorParraRgz