Al presidente Andrés Manuel López Obrador le funciona como estrategia de comunicación tener el monopolio de la discusión pública con la imposición de la agenda mediática desde su púlpito de las denominadas mañaneras.
Un día dice que los videojuegos son malos para la salud mental de los niños y otro dice que la UNAM es neoliberal.
El problema para el presidente es que, ante la inoperancia discursiva de sus opositores y el monopolio obligado de las mañaneras, su discurso tiende a ser repetitivo y deja ver falacias y prejuicios.
Prueba de ello es su lapsus linguae en un discurso en Campeche en donde, según nota de EL UNIVERSAL, dijo:
“¿Qué hizo el neoliberalismo? (...) una de las cosas que promovieron en el mundo para saquear a sus anchas, fue crear o impulsar los nuevos derechos, entonces se alentó mucho, incluso por ellos mismos el feminismo, el ecologismo, la defensa de los derechos humanos, la protección de los animales, muy nobles todas esas causas”.
En su discurso, AMLO se ha manejado como maestro que quiere educar a sus seguidores dando su interpretación de la historia y concepción del mundo. Explica y repite su discurso y uno de sus principales molinos de viento ante su quijotesca andanada es el neoliberalismo, a quien responsabiliza del atraso de México, diagnóstico en el que quienes somos partidarios del Estado del Bienestar no estamos totalmente en desacuerdo.
Sin embargo, en su discurso comete la falacia de la causa falsa al encontrar una equivocada correlación entre la defensa de los derechos de nueva generación y el neoliberalismo, porque la mayoría de esos derechos comenzaron antes del periodo neoliberal de finales de los años 70 del siglo pasado.
Si siguiéramos con su falsa correlación, olvida que paralelamente a la instalación del régimen neoliberal vino un proceso de liberalización política que permitió quitar al partido hegemónico los controles electorales y permitió una alternancia política. Allí el presidente no ve correlación porque sería una falacia, como la que afirma que el neoliberalismo alentó el feminismo, ecologismo y derechos humanos. Son movimientos que corren paralelos sin tocarse, igual que la lucha democrática, que siempre defendió AMLO.
Mas bien, lo que deja ver ese fragmento de discurso es el lado menos progresista y el más conservador de López Obrador.
En esa declaración deja ver quiénes son sus verdaderos opositores a los que teme y que le molestan tanto, y que no son actores políticos sino movimientos como el que el encabezó para llegar al poder. Por eso, los pone en el mismo saco discursivo del neoliberalismo para justificarse a sí mismo. Los extremos se tocan y, en ese punto, hasta parece panista queretano.