AMLO va perdiendo el debate con Anaya. Al presidente le gusta vivir en permanente conflicto, no gobierna, prefiere buscar a los sus enemigos para vituperarlos, calumniarlos. Ricardo Anaya ha logrado el inicio de su campaña a la presidencia de la República, mientras López Obrador lo catapulta intentando destruirlo. 
 
El presidente, en su desesperación, ha tenido que echar mano de las críticas que en su momento dijo José Antonio Meade, en contra de Anaya. La “arma penal”, que no política, sostenida por López Obrador, está basada en una acusación de un “testigo protegido”, quien supuestamente declara que Anaya recibió carretilladas de dinero cuando fue diputado federal ¿por medio de esa acusación pretende descarrilar al panista? Por el contrario, se le ve como víctima de persecución política.

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