Finalmente, luego de varios meses de discusión sobre la procedencia y forma de llevar a cabo el proceso de revocación de mandato, el Consejo General del Instituto Nacional Electoral emitió la convocatoria que da el banderazo de salida a un proceso electivo más, pero completamente novedoso en nuestra historia política. De entrada, este nuevo derecho nace en cuna no precisamente de oro, pues luego del recorte presupuestal y la consecuente negativa por parte de la Secretaría de Hacienda, este proceso tendrá que llevarse a cabo con las más restrictivas políticas administrativas, mismas que, dificultan el ya de por sí complicado escenario para convencer a la ciudadanía.
Sin embargo, la insuficiencia presupuestal no es el mayor de los enemigos a vencer, pues en estos momentos de ser un inminente riesgo, ha pasado a ser una realidad y, en consecuencia, una condición. Ahora, el verdadero enemigo es la apatía, por lo que resulta importante detenernos a reflexionar un segundo sobre el significado que implica este calificativo. La palabra apatía se compone de dos vocablos, por un lado, proviene de la locución latina “pathos” que se traduce como emoción, sentimiento, conmoción, y, por otro lado, contiene un sufijo privativo “a”, por lo que “apátheia” significa falta de sentimiento. La pregunta es por qué o de dónde nace tanto desinterés y desdén por la democracia, por qué si es un derecho político electoral que involucra en el ejercicio del poder al pueblo, este prefiere renunciar a la posibilidad de involucrarse más allá del voto.
¿Por qué si en un estado como Querétaro, donde el ejecutivo federal y su partido político no gozan de popularidad ni aceptación entre la mayoría del electorado, la ciudadanía simplemente decide no participar? ¿De dónde viene ese desencanto y desmovilización? Si hasta en el argot político se suele decir que no hay mejor encuesta que el día de la elección, y el domingo 10 de abril se tiene la posibilidad de cruzar una papeleta, la gente simplemente dice no.
La semilla del daño que se ha sembrado en contra de las instituciones y la democracia en los últimos 4 años, es una cosecha que pronto veremos darse, pues el prestigio y capacidad del INE se pondrán nuevamente a prueba en una batalla que enfrenta sin fúsil. Muy lamentables y desafortunadas las posturas en contra del juego por no estar de acuerdo con los jugadores. No obstante, frente a la apatía siempre habrá una propuesta, una idea y al mal tiempo una alternativa. Si bien la democracia no nació el 1 de julio de 2018, tampoco morirá el 10 de abril de 2022.
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