En abril de este año nos indignamos por el feminicidio de Victoria Guadalupe, una pequeñita de 6 años, que salió a la papelería y nunca regresó. En mayo, la Fiscalía General del Estado informó del hallazgo sin vida, en inmediaciones del parque Querétaro 2000, de Salma Arely, de 20 años de edad, quien había sido reportada como desaparecida el 10 de mayo. En junio, en una vivienda en construcción en la colonia San José el Alto del municipio de Querétaro, se encontraron los restos de Ángela Daniela, reportada como desaparecida en marzo. El 5 de septiembre, Valentina, una joven de 17 años, fue asesinada en el Centro Histórico de la capital del Estado. También en septiembre, en la Colonia San Cayetano de San Juan del Río, fue asesinada Rosa Elía, y el 29 de septiembre, un nuevo feminicidio cobró la vida de otra mujer a manos de su pareja, esta vez en San Pedrito Peñuelas.
En agosto de este año, el Inegi publicó la Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares 2021 en la que se estima que, en el estado de Querétaro, 75.2% de las mujeres de 15 años o más, experimentaron algún tipo de violencia psicológica, física, sexual, económica o patrimonial. Además, el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública coloca a nuestro estado en los primeros lugares en denuncias por lesiones dolosas, presuntas víctimas de secuestro y extorsión por cada 100 mil mujeres. De acuerdo con el Secretariado, a agosto de 2022, se habían abierto 3,302 carpetas de investigación por violencia familiar y 463 por violación. En su informe del 19 de septiembre, la magistrada Mariela Ponce, informó que, después del delito de robo, el delito más judicializado en Querétaro es el de violencia familiar, que representa el 17.36% de los casos.
Por meses, activistas y organizaciones de la sociedad civil hemos señalado la enorme tarea que enfrentan tanto las Fiscalías Especializadas como las Unidades de Atención a Víctimas de Violencia de Género para poder atender todos los casos de violencia contra las mujeres y niñas que ocurren en Querétaro.
Lo que pasa en la UAQ es una manifestación más del grave problema de violencia de género contra las mujeres y niñas que lacera a nuestro estado. Sin embargo, de todas las instituciones responsables de atender la violencia contra las mujeres, la que puede demostrar con hechos su intento de remediar la situación es precisamente la UAQ.
Pocas personas hablan en voz alta de la incapacidad e incompetencia de quien dirige instancias como el Instituto Queretano de las Mujeres, mucho menos de la franca espiral descendente en materia de prevención y atención a víctimas que hoy priva en ese instituto.
El gobernador debería entender que la violencia contra las mujeres y niñas en Querétaro es cada vez más grave. Le toca tomar cartas en el asunto y poner a cargo del IQM a una persona con conocimientos, comprometida con la erradicación de la violencia.
Lo que pasa en la UAQ no es un hecho aislado.