El artículo 69 de la Constitución General de los Estados Unidos Mexicanos, señala que en la apertura de Sesiones Ordinarias del Primer Periodo de cada año de ejercicio del Congreso, el Presidente de la República presentará un informe por escrito, en el que manifieste el estado general que guarda la administración pública del país. El 1 se septiembre, es la fecha en que por mandato constitucional el Ejecutivo debe de presentar este documento, este año sería el Tercer Informe que debe rendir el ejecutivo Federal.
Pero resulta que el presidente “rindió” en el mes de julio pasado su “décimo informe de gobierno”, con tal número de informes confunde a la sociedad y pierde el sentido de importancia el Informe sobre el estado de la administración pública.
Este tema es por demás interesante, toda vez que aún desde la teoría doctrinal puede apreciarse la diversidad de criterios existentes sobre la figura jurídicopolítica del Informe Presidencial, y cómo la concepción que se ha tenido de la misma ha cambiado con el paso del tiempo.
En la actualidad se habla de rendir un informe y no de comparecencia ante el Congreso. No confundamos lo que hace el ejecutivo federal, que ni es informe y mucho menos comparecencia.
¿Cómo llega el presidente al Tercer Informe de Gobierno? La evaluación consiste en hacer un comparativo entre el anterior informe y el que se debe rendir. Si en la valoración tenemos que irnos más atrás para hablar de avances es porque no hay nada en el inter que nos permita calificar el desempeño.
Los datos de la medición sobre aprobación presidencial realizada por Mitofsky para El Economista entre junio y julio del 2021, indica que la aprobación promedio del titular del Ejecutivo federal, disminuyó al pasar de 58 a 57%. Con lo que respecta a su nivel de desaprobación, tuvo un incremento al pasar de 41 en junio a 43% en el mes que terminó.
En el manejo de la economía tiene 40 por ciento de opinión favorable y 41 por ciento desfavorable. En el caso de la corrupción, el 38 por ciento dio una nota positiva al gobierno y 42 por ciento una negativa. Y en seguridad bajó un poco la percepción negativa, pero sigue siendo predominante: 52 por ciento opina mal o muy mal del manejo de la seguridad y el 31 por ciento, bien o muy bien.
Los datos del ejecutivo federal es una lista interminable de ocurrencias que llevan a perder de vista lo importante.
El Coneval que es un organismo público descentralizado y capacidad técnica para generar información objetiva sobre la situación de la política social y la medición de la pobreza en México, diagnosticó que en lo que va de este gobierno hay 4 millones más de pobres y 15 millones de mexicanos dejaron de tener acceso a los servicios de salud.
Los programas sociales llegan a menos personas que en los sexenios anteriores, porque son programas con un fin electoral y no de bienestar.
El pronóstico del presidente para este año en economía señala que “crecerá alrededor del 6 por ciento. No hemos contratado deuda pública adicional y como no sucedía en tres décadas, el peso no se ha devaluado en los primeros dos años y medio de nuestro gobierno”.
Varios articulistas y expertos ven a un presidente que parece haber perdido el rumbo de su gobierno. Detenido por una dinámica en la que él solo se metió, su discurso alejado de la realidad, no hay acciones en materia de gobierno, se ha dedicado a “mostrar su poder”, en lugar de generar patrimonios públicos y políticas que ayuden al desarrollo y la igualdad, lo único que ha fomentado en estos años de gobierno es su sentido de la venganza, el encono y grupos resentidos.
El presidente sigue en su modalidad de candidato, impulsando el conflicto en donde se maneja con habilidad, pero de resultados nada, sin gobernabilidad y ni bienestar para nuestro país.
Expresidente municipal de Querétaro y ex legislador.
@Chucho_RH