En recientes días, el gobernador de Querétaro, Mauricio Kuri, señaló que en su gobierno habría cero tolerancia a la corrupción. Es una declaración sólida y ciertamente necesaria en cualquier administración. Sin embargo, no sólo requiere de palabras para impulsar una norma entre los servidores públicos, sino que requiere de hechos contundentes.
A raíz de un apoyo inmenso, Kuri ganó las elecciones a la gubernatura de Querétaro a mediados de este año. Con ese soporte, hace aproximadamente dos meses y medio, el panista inició la nueva administración envuelta en altas expectativas de su gobierno y gozando de amplia legitimidad, pero también con una mayor responsabilidad con la población en el estado.
En este contexto se inserta la ineludible necesidad del gobierno de Kuri de ofrecer una cara mejor a Querétaro. La entidad no presenta condiciones deplorables, afortunadamente, pero en todo debe mejorar: salud, impartición de justicia, voz y protección a grupos vulnerables, economía, seguridad, desempeño de los funcionarios públicos, etc. Aquí se incluye la operación del gobernador para cumplir con su declaración de cero tolerancia a la corrupción en su administración.
La corrupción es un acto de los que más ha golpeado a México. A lo largo del tiempo y, sobre todo, en años recientes hemos conocido más escándalos de corrupción en las varias administraciones de diferente nivel en nuestro país, muchas de ellas lideradas por el Partido Acción Nacional (PAN) y el Partido Revolucionario Institucional (PRI). Fue particularmente esa situación, utilizada de manera magistral en un discurso poderoso y cautivante, la que le permitió al actual mandatario Andrés Manuel López Obrador poder vencer en las elecciones presidenciales de 2018.
No obstante, a pesar de ser parte medular de su discurso, López Obrador ha fallado categóricamente en erradicar la corrupción que prometió durante su campaña en 2018 que haría durante su gestión como presidente. El mandatario se ha centrado en investigar la corrupción de funcionarios públicos de los partidos políticos rivales, como el PAN y el PRI, pero ni por equivocación ha conducido las mismas medidas para los suyos.
Licitaciones directas innecesarias, desvío de fundos públicos a través de, por ejemplo, programas sociales como “Jóvenes Construyendo el Futuro”, falta de esclarecimiento de la recepción de “donaciones” al partido, protección a familiares y gente cercana del presidente, etc., son algunas de las situaciones que se han efectuado en la actual administración federal y que manchan de forma indeleble ese discurso lopezobradorista de terminar con la corrupción.
Por ello, lo que ha declarado Kuri es importante para la administración en Querétaro. El gobernador, como funcionario público, tiene la responsabilidad de cumplir con lo que ha señalado. Pero también esta es una inmejorable oportunidad para que generar un contraste entre su gobierno y la administración federal.
Es evidente y ya vimos que allá arriba, en el Gobierno Federal, fue pura palabrería el combate y erradicación de la corrupción, una simple narrativa de engaño para obtener votos. Ya veremos si el gobierno en Querétaro también utilizó la corrupción como discurso o si genuinamente asumirá el compromiso.