El feminismo, el movimiento social más relevante del siglo XXI, ha pasado de la reivindicación teórica de las mujeres como personas sujetas de derechos, a demandas cada vez más vehementes y drásticas ante los claros esfuerzos por limitar la libertad de las mujeres.
En muchos países, las políticas públicas, veladamente restrictivas y particularmente duras para las mujeres, hoy implican un retroceso que va más allá de la desigualdad. Tal es el caso de Estados Unidos, donde los derechos sexuales y reproductivos de las estadounidenses que habitan estados gobernados por políticos conservadores se han visto mermados.
En nuestro país, los embates en contra de las mujeres han dejado a muchas varadas en su planes de vida. La eliminación de los fondos para las estancias infantiles y las escuelas de tiempo completo, la falta de recursos para los refugios que atienden a las mujeres que viven violencia extrema y las expresiones falaces de un presidente que minimiza las exigencias para erradicar la violencia feminicida, demuestran la terrible falta de voluntad política del gobierno federal para atender las demandas feministas y del movimiento amplio de mujeres.
Al mismo tiempo que las iraníes han dado origen a una nueva y maravillosa ola de sororidad feminista que ha llevado su protesta a todos los rincones del orbe, en México, las exigencias de espacios seguros de las jóvenes estudiantes están transformando a las instituciones educativas como nunca antes. Esto es evidente en el acuerdo alcanzado entre las autoridades de la UAQ y el grupo de estudiantes paristas.
Reconocer que la Universidad no está exenta de violencia de género y acordar las acciones necesarias para su erradicación, son una muestra inequívoca de la disposición que han mostrado la Rectoría y las jóvenes que se sumaron al diálogo. El convenio signado por la comunidad universitaria nos mostró cómo se construye una forma de hacer sinergia desde posturas diferentes. Este nuevo acuerdo servirá para acelerar el proyecto de cambio en la atención de las víctimas de violencia y la cero tolerancia a conductas violentas, tan arraigadas en nuestra sociedad y nuestra Universidad.
La resolución del paro de la UAQ, la disposición de las jóvenes para construir y la capacidad de la Rectoría para alcanzar acuerdos (a pesar de los múltiples intentos de descarrilar la negociación) deberían servir de ejemplo a las autoridades que siguen negándose a actuar frente a los altos índices violencia contra las mujeres que hoy marcan a nuestro estado.
Tristemente, el discurso del gobierno estatal es poco alentador y el horizonte de violencia contra las mujeres de Querétaro amenaza con nubes cada vez más negras. El Gobernador debe tomar una hoja del cuaderno de la UAQ, aprender la lección y actuar de inmediato, porque las exigencias de las jóvenes que demandan vivir libres de violencia, resuenan con fuerza cerca del palacio de gobierno y él se niega a escucharlas.
Titular de Aliadas Incidencia
Estratégica e integrante de la
Red Nacional de Alertistas.
Twitter: @mcruzocampo
FB: maricruz.ocampo