No es exagerado afirmar que estamos ante un antes y un después en la historia de la Universidad Autónoma de Querétaro (UAQ), la cual, este otoño vive una coyuntura que definirá su futuro por las siguientes décadas.
Se cumplen más de dos semanas del paro estudiantil en la UAQ, el cual empezó la mañana del viernes 30 de septiembre por el reclamo de estudiantes por un acto de violencia de género y presunta amenaza con arma de fuego de un alumno de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales (FCPS) contra una compañera y la tibia respuesta de la Unidad de Atención a la Violencia de Género (UAVIG) que recomendó solamente cambiar de turno al agresor.
Esa fue la gota que derramó el vaso, pero ese vaso ya estaba lleno desde años atrás, con diversas denuncias y quejas desatendidas que, si bien se quisieron llevar por la vía institucional, está resultó insuficiente, como señalaban quienes cuestionaron ese mecanismo desde el inicio por la falta de herramientas para sancionar y solo emitir recomendaciones.
Un mes antes ya había sucedido una llamada de atención con el feminicidio de Valentina presuntamente cometido por un estudiante de Psicología y Educación de la UAQ. La realización de un memorial en la dicha Facultad dio muestras de la inconformidad y reclamos de estudiantes de la Universidad.
Al momento de escribir estas líneas aún no se tiene información sobre los resultados del diálogo que se acordó entre paristas y la propia rectora Teresa García Gasca, por lo que, hasta ahora, el paro estudiantil continuaba.
Abría este artículo diciendo que a partir de ahora nada será igual en la UAQ, que estamos ante un gran reto de repensar los espacios educativos. Debemos entender que el paro estudiantil no es el problema, tan sólo es el síntoma y manifestación del fenómeno de violencia de género que hay en nuestra sociedad y que estaba invisibilizado. Vendrá una etapa de autocrítica y reflexión y de reparaciones de daños.
Decía que también es un momento histórico porque, aquí retomo lo escrito por el historiador Kevyn Simon Delgado, quien en sus redes sociales señaló que, si el paro duraba hasta este martes, habría igualado el de mayo de 1980, el cual duró 18 días y habría superado el de 1958, que dio origen a la Autonomía.
“En 1958, sólo hubo una reunión informal de pocos estudiantes previo a la convocatoria, más numerosa, en la que se declaró la ‘huelga’, como le llamaron. Tiempo en el que transcurrieron unas 48 horas. En 1980, las y los normalistas ya sumaban varias semanas en paro, en cambio, las y los universitarios reaccionaron inmediatamente a la represión del 8 de mayo, pasando sólo un puñado de horas entre la represión y la convocatoria al paro”, dice el historiador.
Periodista y sociólogo. @viloja