“¿Cómo va a saber mi hija el tiempo exacto?”, pregunta con desesperación la mujer al juez. Su hija, de sólo cuatro años, describió los tocamientos que le hizo su tío, pero no fue capaz de decir el horario y el domicilio en donde esto ocurrió. “Tampoco es su responsabilidad conocer la dirección de la casa de su tío. Su señoría, si usted vio el tocamiento, usted la escuchó, explíqueme, de verdad, por qué no le creyó? Hay todas las pruebas en peritajes. ¿Qué es lo que no lo convenció? ¡Me lo puede explicar, por favor!”, agregó indignada la madre de la menor.
Las imágenes son parte de la audiencia del 15 de febrero, en la que se emitió el fallo. El juez Manuel Alejandro Martínez Vitela sí le creyó a la niña. En el video lo menciona con contundencia: “Desde luego que le creí en el tema del tocamiento, pero su hija jamás mencionó el tema del lugar, el día y el horario.”
Por inverosímil que parezca, eso bastó para absolver al agresor, quien ya había recibido beneficios por parte de los juzgadores. Desde que el juicio empezó, una juez le permitió enfrentar el proceso en libertad con la colocación de un brazalete electrónico..
La difusión masiva de estas imágenes, por parte de la agrupación Hermanas Aliadas, desató una ola de indignación que llevó al Senado a pedir la destitución del juez. La gobernadora del Estado de México, Delfina Gómez, pidió en un comunicado a las autoridades del Poder Judicial “generar las condiciones para atender siempre a las víctimas”, El Poder Judicial Mexiquense, por su parte, ha dicho que revisará la actuación de Martínez Vitela. El Estado de México es, por cierto, la entidad con más casos de este tipo en todo el país.
Disminuir las agresiones sexuales contra menores es un reto urgente en México. Según datos de la Secretaría de Salud, en los hospitales de país se atendió a casi 10 mil menores por violencia sexual en 2022. Esto representa un aumento mayor al 20 por ciento con respecto al año previo. Se trata, en su mayoría, de casos de violencia doméstica, pues casi siempre son familiares o conocidos quienes agreden a los niños. Pero está también el mercado global de depredadores sexuales a los que el crimen en México “atiende”. Encabezamos la lista global de pornografía infantil y de turismo sexual que involucra a menores.
De acuerdo a la Fundación Freedom, que combate la trata infantil con fines de explotación, de cada mil casos de abuso sexual infantil en México, solo cien son denunciados, diez llegan ante un juez y uno alcanza sentencia condenatoria para el agresor.
Ante esos niveles de impunidad, la sociedad eligió organizarse para levantar la voz y evitar que el caso de esta niña de 4 años sea uno más de los muchos que no alcanzan justicia.
Desde luego, hay que seguir los procedimientos que correspondan. No se trata de propiciar que una muchedumbre enardecida linche mediáticamente a nadie. De lo que sí se trata es de observar cercanamente la actuación de cada una de las autoridades involucradas y no permitir atropellos. Se trata también de que otros posibles agresores y sus cómplices teman la exhibición masiva de sus delitos. Esa arma nos queda ante la tan cuestionable impartición de justicia en México. La consigna es: “El estado le ha fallado a nuestra niña, nosotras no le vamos a fallar”.