En el trasfondo de la discusión actual sobre las condiciones laborales en México, la propuesta de reducción de la jornada laboral de 48 a 40 horas semanales se presenta como una oportunidad crucial para mejorar la calidad de vida de los trabajadores y adaptarse a las necesidades cambiantes de la sociedad.
Para comprender la magnitud de esta propuesta, es esencial remontarnos a los orígenes de la jornada laboral con la que trabajamos. Esta surgió con la Revolución Industrial, que marcó un punto de quiebre en la historia laboral, con jornadas agotadoras de hasta 18 horas para los trabajadores.
Sin embargo, fue Robert Owen, un británico, quien propuso en 1810 la idea revolucionaria de dividir el día en 8 horas de trabajo, 8 horas de recreación y 8 horas de descanso. Más de dos siglos después, este modelo sigue rigiendo la vida laboral, cuando el mundo ha cambiado radicalmente, las condiciones laborales han cambiado diametralmente.
Antes de que termine el año, es probable que la Cámara de Diputados discuta la reforma constitucional para reducir la jornada laboral. Iniciativa que ya ha pasado por la Comisión de Puntos Constitucionales, que aprobó la reducción a 40 horas semanales con dos días de descanso, bajo un modelo de implementación gradual de la reducción de la jornada laboral, que se presenta como un compromiso para no afectar el desempeño de las empresas.
El panorama laboral en México presenta desafíos significativos. Con una jornada laboral promedio de 2,226 horas al año, nuestro país supera considerablemente el promedio de la OCDE, que se sitúa en 1,715 horas. La Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo destaca que alrededor de 8 millones de mexicanos trabajan más de 56 horas por semana, superando las ocho horas diarias y, prácticamente, asumiendo un turno adicional. Esta realidad no solo plantea desafíos para la salud y el bienestar de los trabajadores, sino que también tiene un impacto negativo en la productividad y la calidad de vida.
En el contexto internacional, numerosos países han adoptado jornadas laborales de 40 horas con resultados positivos. Desde Estados Unidos hasta Francia, pasando por Alemania y Japón, y Chile como ejemplo exitoso en Latinoamérica, la evidencia respalda la idea de que una reducción de la jornada no solo mejora la calidad de vida de los trabajadores, sino que también impulsa la productividad y la sostenibilidad de las empresas.
No obstante, la propuesta de reducción de la jornada laboral se enfrenta a obstáculos significativos en México, como la informalidad y los bajos salarios. Muchos trabajadores ya superan las horas permitidas por la legislación actual debido a necesidades económicas, el gran problema sigue siendo la informalidad, donde poco se puede hacer para garantizar que la reducción beneficie a estos trabajadores, que regularmente, son quienes tienen las condiciones precarias y jornadas mas extensas.
La reducción de la jornada laboral a 40 horas semanales representa un paso audaz y necesario hacia el futuro del trabajo en México. La discusión no solo es sobre horas de trabajo, sino sobre el tipo de sociedad que queremos construir. La iniciativa no solo es un cambio en los números, sino un paso hacia un enfoque más humano y equitativo de la vida laboral en México.