A todos nos dijeron en algún momento: “Cuando seas padre o madre, lo entenderás”. Y es cierto. Ser padre redefine conceptos que pensábamos dominar. La felicidad, por ejemplo, adquiere un nuevo sentido cuando una pequeña criatura de apenas meses reconoce tu voz y sonríe. De pronto, esa sonrisa lo es todo.
El amor también se transforma. Un amor inexplicable, una entrega total. Y con el amor llega el estrés. Creemos que nuestra vida ya es lo suficientemente estresante hasta que un hijo se enferma o acumulamos noches sin dormir. Solo entonces comprendemos el verdadero significado del agotamiento y la preocupación.
El miedo también cambia. No es sólo temor a lo que pueda pasarte, sino un miedo profundo a que algo le ocurra a quien más amas. Prefieres que te pase a ti antes de verlo sufrir. Este tipo de emociones se viven desde los primeros días, cuando la responsabilidad se siente más pesada que nunca.
Sin embargo, en nuestra sociedad, esa gran responsabilidad recae principalmente en las mujeres. Así lo dicta la ley. En México, la Ley Federal del Trabajo otorga 90 días de descanso a las mujeres: 45 días antes del parto y 45 después. Los hombres, en cambio, sólo tienen cinco días. ¿Tiene sentido en pleno siglo XXI? ¿Seguimos perpetuando un modelo arcaico de roles de género?
Esta desigualdad no sólo es injusta, sino que alimenta la discriminación, especialmente contra las mujeres. La Organización Internacional del Trabajo señala que en los países donde no se reconocen los derechos de paternidad, la discriminación hacia las mujeres es mayor. Pensemos en un empresario que entrevista a un hombre y a una mujer, ambos recién casados y deseando ser padres. Si sabe que ella podría faltar 90 días, pero él solo cinco, ¿a quién contratará? Aunque no debería ser así, esta es la realidad.
Por eso, las leyes deben intervenir. Ampliar la licencia de paternidad es un paso hacia la igualdad de género, pero también hacia el reconocimiento de los derechos de los niños. Porque ellos también tienen derecho a ser cuidados y amados por ambos progenitores, no sólo por la madre.
La reciente ampliación de la licencia de paternidad en Querétaro a 20 días es un avance importante. Aunque limitada al sector público, sienta un precedente. Este tipo de medidas, desde lo público, puede motivar al sector privado a seguir el ejemplo y otorgar más derechos a los padres.
Es cierto que todavía queda mucho por hacer. Muchos crecimos en una cultura machista y patriarcal, donde los roles estaban bien definidos. Pero podemos cuestionar estos estereotipos y apostar por un cambio. Solo así construiremos una sociedad más justa, donde los derechos de padres, madres e hijos sean respetados por igual.