Winston Churchill acuñó una de las mejores frases para describir el quehacer político:  “El político debe ser capaz de predecir lo que va a pasar mañana, el mes próximo y el año que viene; y de explicar después por qué fue que no ocurrió lo que él predijo”.

Y es que en política y marcadamente cuando se trata de política electoral a quienes nos dedicamos a esto nos encanta crear escenarios que busquen persuadir a otros que podemos prácticamente predecir el futuro. Llegamos a exponer con tanto énfasis nuestras hipótesis que terminamos convenciendo a las personas de lo que sucederá en el futuro, como si este estuviera ya escrito.

La irrupción de la senadora Xóchitl Gálvez es un ejemplo de ello. Apenas hace un par de semanas se le veía como una aspirante más a la candidatura por la Ciudad de México, sin embargo, el presidente López Obrador, sin querer por supuesto, le dio los reflectores que no había tenido y la hizo crecer en días, lo que otros durante años no habían logrado recorriendo el país.

Una resolución judicial que le brinda el derecho de réplica en la mañanera de palacio nacional pareciera ser que cambió lo que muchos analistas veían del proceso interno para elegir candidato en la oposición.

Por supuesto que la resonancia que ha tenido la senadora es explicada también por su historia de vida, tiene mérito propio. Si cualquier otra persona, con otro perfil, distinta historia política y de vida, hubiera ganado esta resolución, la resonancia no sería igual.

Lo que nos permitió este repentino foco de atención pública que tiene hoy la senadora fue conocer su historia, de dónde viene y a dónde va, ahí radica su fuerza, es una historia digna de contar.

Quien de inmediato acusó recibo de este crecimiento en la popularidad de Xóchitl fue el presidente López Obrador, quien fiel a su estilo encabezó de inmediato la batalla de desprestigio hacia quien asome la cabeza para la sucesión.

La ola de atención mediática que ha generado Xóchitl permeó no solo en el proceso interno del Frente Amplio Opositor sino en buena parte de los analistas quienes han tenido que cambiar los escenarios que veían de la elección presidencial, pues de entrada hay una nueva competidora seria en la contienda interna.

Esto le ha dado a la oposición muy buen rendimiento en la discusión pública nacional, parecía que se les había borrado del mapa, pero regresaron de lleno a la agenda pública por la sucesión presidencial, que cada vez apunta más a fragmentar al país en dos grandes bloques: continuidad o cambio.

El tiempo nos dirá si Xóchitl fue la gran sorpresa como ahora apuestan muchos, lo real es que al interior no la tiene nada fácil, ahí la esperan formados desde hace mucho tiempo gigantes como Beatriz Paredes, Santiago Creel y Enrique de la Madrid, entre ellos cuatro saldrá la coordinación, el resto de los registrados sólo están buscando acomodo. Al tiempo.

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