Para poder plantear escenarios futuros, la Universidad Autónoma de Querétaro (UAQ) debe hacer un balance de la gestión que encabezó la doctora Teresa García Gasca y que concluyó en diciembre pasado. Universidad Crítica, por tanto, se abocó a revisar algunos resultados para contrastarlos con los objetivos propuestos hace seis años. El ánimo es discutir con fundamento avances y pendientes de nuestra casa de estudios.
Recordemos que el Plan Institucional de Desarrollo (PIDE) 2019-2021, estableció seis objetivos estratégicos: (1) “Planificar” la cobertura con equidad de género e inclusión, (2) ofrecer educación de “calidad” integral, flexible y pertinente, (3) privilegiar la toma de decisiones colegiada; (4) lograr una mejor vinculación con la sociedad, (5) implementar programas de atención a la salud, y (6) “[l]ograr la suficiencia financiera que permita a la UAQ alcanzar sus objetivos académicos para poder ofrecer educación de calidad con pertinencia social”.
En las primeras entregas, se abordó el tema de la cobertura resaltando que, aunque la UAQ recibió, de 2017 a 2023, a un mayor número de jóvenes que cursaron su bachillerato y licenciatura, es necesario saber si tal incorporación ocurrió mediante un criterio de equidad. El Sexto Informe lamentablemente no presenta información que muestre que hemos aceptado, a lo largo del tiempo, a una proporción mayor de mujeres, de jóvenes de escasos recursos, con discapacidad e indígenas.
Segundo, también es importante conocer cuál será la política de expansión ahora que entró en funciones la doctora Silvia Amaya. ¿En lugar de sólo “planificar” se ampliará vigorosamente la participación del estudiantado ahora que la educación superior es obligatoria? ¿A qué nivel? A finales de 2023, hubo 33,178 estudiantes matriculados en la UAQ entre quienes cursaron su bachillerato, técnico universitario, licenciatura y posgrado. Esto representó un aumento de 10 por ciento con respecto a 2017.
Un dato preocupante extraído del Sexto Informe de Actividades de García Gasca es que de 13 facultades y su Escuela de Bachilleres, sólo cuatro unidades (Artes, Filosofía, Informática y Psicología y Educación) atrajeron a un mayor número de aspirantes de 2017 a 2023. El resto ha perdido brillo ante los jóvenes y sus familias y esperamos que pronto el nuevo equipo de la doctora Amaya expliqué por qué. Estudiar las racionalidades de la demanda es un tema central para poder elevar la cobertura con equidad y calidad.
En relación con la calidad, falta información complementaria a los indicadores tradicionales. Las acreditaciones de los programas de licenciatura y posgrado, así como las certificaciones a docentes y estudiantes son importantes, pero dicen poco de los procesos educativos y del aprendizaje. Aunque se discutió y actualizó el Modelo Educativo Universitario (MEU), poco se conocía y menos se aplicaba, tal como sugirió una encuesta hecha para tales fines. Falta entonces crear referentes sólidos de calidad educativa basados en los procesos de aprendizajes del estudiantado y sus resultados. Aún está pendiente mostrar cómo la calidad “integral, flexible y pertinente” que se propuso en el PIDE 2019 tiene efectos reales en las capacidades cognoscitivas de los jóvenes. Esto les ayudará a su desenvolvimiento académico, intelectual y laboral. Las acreditaciones, rankings, o el prestigio heredado o transmitido de boca en boca no bastan. Requerimos mejores referentes de calidad educativa en la UAQ que muestren si nuestros estudiantes aprenden al parejo o no de otras instituciones de educación superior.