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Ricardo Astudillo Suárez, el eterno dirigente del partido Verde Ecologísta de México (PVEM), es una muestra innegable, de lo que significa vivir del presupuesto. En 2002 se afilió al Verde, y al año siguiente se convirtió en presidente del Comité Municipal de Corregidora. En 2008 fue electo presidente estatal.
Tiene 23 años viviendo detrás de esa franquicia y de los impuestos de todos los mexicanos. Los partidos políticos son administrados por los dirigentes locales y nacionales como un negocio propio. Contratan aviadores y asesorías a discreción. Así justifican (desvíando) el dinero público, a su conveniencia.
Aunque los dirigentes nacionales son más gandallas. Obligan a los locales a regresarles 60% de las prerrogativas. Tampoco se vive tan mal con lo que queda. Lo que señalo del PVEM es un ejemplo. En los 32 estados hay muchos dirigentes de (todos) estos partiditos, que son zánganos mantenidos por los ciudadanos.
En Querétaro en 2025 los partidos políticos con registro recibirán casi 139 millones de pesos para mantenerse. Le cuestan a los queretanos 381 mil pesos diarios ($15 mil 867.57 por hora. Si trabajaran las 24 horas).
Al ausente y cómodo PAN de Martín Arango, que enfrentará en 2027 un complicado reto electoral, le caerán 45 millones de pesos.
A Morena y sus tribus 42.3 millones de pesos. Nada despreciables para una izquierda que presume de austeridad.
A ese muerto insepulto llamado PRI le dan oxígeno 14.3 millones de pesos. Más de la mitad, se los decuentan. Sus excandidatos violaron la Ley, en campaña.
A Movimiento Ciudadano (MC) hoy con serias divisiones al interior después de la imposición centralista de Paul Ospital y Antonio Macías como militantes; se le pasa el trago amargo, con 13.2 millones de pesos en la chequera.
Y hasta el Partido del Trabajo (PT), sin estructura y militancia a la vista, alcanzó 10.3 millones de pesos.
Por eso, y por el ejercicio del poder y sus canonjías, los dirigentes de los partidos no sueltan el hueso.
Quién se resiste al reconocimiento y a la chequera gorda.
Los partidos políticos deberían representar los intereses de la ciudadanía. Pero no, hoy son estructuras cerradas, dominadas por células amafiadas, que buscan perpetuar su poder.
Por eso cada vez más los ciudadanos ven a los partidos políticos como un espacio corrupto e inservible. Muy lejos de ser un mecanismo para el cambio y la representación ciudadana real.
Esta imperfecta democracia nacional es cara y agotadora para los ciudadanos.
Los partidos le cuestan a los ciudadanos. Son inaccesibles para los auténticos liderazgos civiles. Además, hay que soportar que gocen (los privilegios) tipos poco honorables. Miembros de una camarilla que rota puestos e imponen candidaturas por sus pistolas.
En Querétaro nos cuesta 139 millones de pesos al año mantener a la élite partidista. Además, hay que soportar su perorata de un cambio, que nunca llega. ¿Muy caro no? Para que el único cambio de modo de vida, sea el de ellos.
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