Imagine un equipo de futbol, que tiene poco de jugar en la Primera División. Tiene una amplia cantera de jugadores. La mayoría fósiles que vienen de otros clubes que (ya) descendieron o fracasaron. Otra cantera de jóvenes “progres” que ven en esa nueva camiseta guinda la posibilidad de jugar.

Tienen un técnico fundador que ya se jubiló. Hizo una primera alineación que sigue jugando, y se aferra a no dejar el puesto. Los nuevos no caben ni en la banca. Se tienen que conformar con jugar en las sucursales de provincia; con casi nulas aspiraciones de llegar al primer equipo.

Se pelean a garrotazos la capitanía y en el campo se faulean y dan codazos en cada jugada. No hacen equipo. El vestidor está partido. Los intereses son particulares. Más políticos que institucionales. Se aprovechan de una marca fuerte y los miles de millones de pesos que reparten entre los aficionados, para tenerlos contentos y en la gradería, vitoreando los todo.

Cada jugador titular opera para heredar su puesto al compadre, la novia o el ahijado. Total, hay recursos públicos de sobra (de la afición). El club está quebrado y tiene hundida financieramente a la Liga.

Le analogía describe el funcionamiento de Morena en el campo de juego, en Querétaro y en casi en todo el país.

Aquí hay algunos jugadores moderados, pero más rudos y fauleros. Le apuestan a quebrarle una pierna al rival, a descontarlo. Su capacidad no da, para ganar a la buena.

Gilberto Herrera Ruiz, el exrector de la UAQ. Un investigador preparado y un académico reconocido, se convirtió en el central maloso, ventajoso y conspirador de traiciones internas. Cilindrea a los novatos(as), los empuja a asumir su rudeza y los saca del juego. Es el peor enemigo, del propio equipo.

A Santiago Nieto, el duro exfiscal anticorrupción, lo mandaron a la capital. No juega aquí. Al obradorista embajador Carlos Peñafiel Soto lo enviaron más lejos, a Corea (a unos 12 mil kilómetros de Querétaro).

Luis Humberto Fernández, el más técnico. Tiene buena izquierda y derecha. Es conciliador, pero tampoco es titular (hoy).

Hay un grupito de medios de contención en el Congreso local, con intereses personales diferentes. Tampoco hacen equipo.

Edgar Inzunza tiene su corazón en ser candidato a alcalde de San Juan del Río, aprovechando el mal desempeño del panista Roberto Cabrera. Arturo Maximiliano trabaja, pero sin apoyos. Sinhué Piedragil lo tienen molido las patadas de sus compañeros, y a Andrea Tovar la boicotean, y hasta anda pensando cambiar de equipo.

“Chema” Tapia es el cachirul fífí, que desde la utilería grita y presume, que sacará a todos, y comprará su propio equipo. Hasta el Verde.

El gobierno federal le metió a Querétaro al año pasado 6 mil millones de pesos en programas sociales. 4 mil de ellos en la Zona Metropolitana, donde se ganará la elección a la gubernatura en 2027.

Morena crece como marca, pero su alineación (hoy) deja mucho que desear. Todos son, enemigos.

X e Instagram: @PedroPabloTR.G

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