Nadie puede negar que Francisco Domínguez Servién tiene un estilo muy propio. Ese carácter lo llevó de la silla de montar en el rancho a la silla de Palacio de Gobierno.

Como candidato era indestructible. Arrasó en todas las votaciones que participó. Fue alcalde capitalino, diputado federal, senador y gobernador.

En 2015 le ganó a la maquinaria priista del exgobernador José Calzada Rovirosa y su candidato Roberto Loyola, por 59 mil votos. A la morenista Celia Maya 8 a 1. Un rockstar en campaña.

Pancho no comparte el poder, lo ejerce con terquedad. Gobernó con un grupo de amigos, pero dentro de la oficina (siempre) manda. Le tienen miedo.

En su sexenio mantuvo un estado seguro, aunque le entregó la operación de ello a un grupo muy cerrado (los Granados). No pudo modernizar el transporte, construyó el Hospital General. Hizo mucha obra social y fue cuestionado por convertir en boulevard de 6 carriles el camino que lleva a su rancho en Huimilpan.

En 2021 rompió con el mito de “Gobernador no pone Gobernador”. Con buena campaña y buen candidato, logró entregar su gobierno a Mauricio Kuri, que derrotó a la morenista Celia Maya 2 a 1. Obtuvo 11 alcaldías y 20 diputados locales (4 pluris).

En 2015 Celia logró 45 mil 564 votos. En el 2021, la misma Celia creció a 238 mil 310 votos. Domínguez, aunque ganó todo, identificó el crecimiento de Morena y la disminución de simpatía por un panismo soberbio en el triunfo, distraído y alejado de los ciudadanos.

No era el PAN opositor donde se formó el médico veterinario, desde abajo. Las dirigencias se mecían en la hamaca, en complicidad con el PRI corrupto de Peña Nieto.

Ricardo Anaya siempre fue su opositor en la competencia política, pero es evidente que no se entenderán. Son dos liderazgos muy diferentes. El veterinario de carácter firme (aunque se equivoque), acostumbrado a trabajar a contracorriente. Buen negociador.

El abogado autoexiliado (que será senador) es de acuerdos convenencieros, y tiene poco respeto por las formas. Atropella para conseguir sus objetivos. Su interés es él; parece inteligente, pero es perverso.

Hoy Domínguez se opone a que el grupo anayista mantenga la presidencia nacional del partido. Los llama ‘padroneros’, y los acusa de utilizar a los 500 consejeros para mantener (mañosamente) el poder.

El análisis de la debacle panista y las predicciones de Pancho sobre el fatal destino de su partido, son muy certeras. Puede parecerles bronco, pero sus resultados avalan sus dichos.

Si el PAN nacional no se ciudadaniza y dejan los anayistas el poder, Domínguez podría alejarse del partido, como miles de ciudadanos ya lo hicieron. Hoy Acción Nacional sólo emociona a los que viven de él.

Si los alcaldes metropolitanos (Roberto Cabrera, Rodrigo Monsalvo, Felifer, Jairo Morales y Chepe Guerrero) no trabajan todos los días en la calle, en lugar de festejar en un restaurante. Si no abren un gran presupuesto para obra social, Morena se va a meter hasta la cocina.

En los últimos 9 años, Morena creció en votos un 500%. Pancho no está equivocado.

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