El último día que Ricardo Anaya Cortés estuvo en Querétaro en un evento público, fue el miércoles 27 de junio de 2018. Era candidato presidencial, cerraba su campaña, con 39 años cumplidos.
El 15 de septiembre pasado, regresó a la tierra que lo adoptó (porque nació en Naucalpan, Edomex, un 25 de febrero de 1979), para dar el grito con la comunidad del Club Campestre.
Estuvo 2 mil 084 días sin ser visto públicamente en Querétaro, y exiliado en Estados Unidos desde el 24 de agosto del 2021, cuando la fiscalía general de la República lo vínculo a una investigación por presuntamente recibir 6.8 millones de pesos de soborno, por votar en favor de la Reforma Energética promovida por Enrique Peña Nieto. De acuerdo con testimonios de Emilio Lozoya, el exdirector de Pemex.
El pasado 24 de agosto regresó a México, a registrarse en el Senado como plurinominal. Había una gran expectativa por ¿cómo lograba su entrada? Pero después de mil 454 días de autoexilio, simplemente se presentó sonriente. Con mochila de compu ‘godínez’. De saco azul y pantalón caqui.
Una reportera le preguntó.
—¿Hay alguna orden de aprehensión en tu contra?
Ricardo contestó:
“Todo en orden. Muy contento, y con un ánimo gigantesco de servir a México desde el Senado”. Ya le habían dado su credencial oficial de entrada.
Apenas el 7 de agosto el exgobernador Francisco Domínguez había sido tajante respecto a las intenciones políticas que Anaya pudiera tener de regresar a Querétaro. Advirtió que lo enfrentaría. Le indicó que se quedara en su curul y no anduviera merodeando el terruño.
Anaya Cortés no vino a dar el grito. Vino a calarse. A probar su presencia en público. Y lo hizo frente a los vecinos que votaron en esa casilla que perdió por 6 votos frente a Andrés Manuel López Obrador (109-103).
Todos los presentes consultados dscriben una buena tarde para Ricardo. Mucha gente saludándolo y pidiéndole una selfie. Parecía que esos 6 que le votaron en contra estaban arrepentidos.
Ricardo entró al PAN a los 18 años siendo “El Cerillo”, y terminó siendo un fósforo que incendió algunos escenarios en el camino.
Paco Garrido lo descubrió (lo sacó de la cajita). Lo hizo director del Instituto Municipal de la Juventud cuando fue alcalde en 1997, y luego su secretario particular como gobernador en 2003, cuando cumplía los 24 años. Fue un secretario muy poderoso. Manajeba los casos delicados y una cartera de mil 200 mdp en el programa social estelar de Paco (el PAC Urbano).
Perdió la elección de González Valle. Se refugió en una subsecretaría con Felipe Calderón, luego atropelló a él, a su esposa Margarita y a Gustavo Madero para apoderarse el PAN, y ser su candidato.
Hoy Ricardo tiene el pelo y el colmillo más largo. No vendrá a Querétaro de vacaciones. Es más, siente que tiene una red de poder, que le regresará lealtad, al jefe exiliado.
X e Intagram: @PedroPabloTR.