El saludo.
Querida “República”: cada fin de año “La Cosa Pública” nos sorprende con algún “albazo”; y este que termina, no será la excepción.
El albazo refiere, etimológicamente, al momento en el que el sol comienza a salir, iluminando el cielo; pero evoca también a una acción de guerra al amanecer.
El mensaje.
Este cierre de año fuimos testigos de lo que pudiéramos considerar un “intento de albazo legislativo”. Sorpresivamente, sin diálogo y sin previo aviso a trabajadores y empresarios, se buscó subir a discusión el dictamen para reformar la Ley del Infonavit y la Ley Federal del Trabajo.
Atendiendo el contexto militar del albazo, esta “táctica de ataque” se configuró en lo oscurito y tomó a todos desprevenidos. Tan es así, que su ventaja táctica se evidenció por el silencio inicial de empresarios y sindicatos.
El argumento “de saque” fue subsanar la innegable crisis de vivienda, materializar este derecho de los trabajadores y avanzar en la justicia social; ello “en nombre del pueblo”.
Sin embargo, “las letras oscuras” del dictamen apuntan a una intervención del Estado —gobierno federal— menos acotada y menos monitoreada.
De haberse aprobado en sesión extraordinaria —como lo planearon sus promotores en la Cámara de Diputados—, hoy estaríamos en un escenario en el que la representación obrero y patronal estaría a un paso de volverse decorativa.
La administración tripartita del instituto sería cosa del pasado; el gobierno estaría asumiendo una mayoría absoluta de la representación en los órganos internos del Infonavit —vigilancia, auditorías y control incluidos— y, con ello, dispondría de forma arbitraria y discrecional del Fondo de Ahorro de los trabajadores, que asciende a más de 2 billones de pesos.
Este desequilibrio le “abriría la puerta” a importantes riesgos —sobrecostos, mala calidad, corrupción—, y jugaría en contra de los dueños de los recursos: patrones y trabajadores. Ya veremos…
Otro albazo fue la configuración del Presupuesto 2025. Si bien, era algo esperado, no así sus recortes sustanciales. La prioridad de garantizar los programas sociales e incrementar el presupuesto a los militares —fórmula electoralmente rentable—, derivó en significativos recortes a salud, educación y seguridad. Ante este albazo, el “nuevo humanismo mexicano” se seguirá alimentando de propaganda y narrativa; acompañada de distractores —pleito entre “zacatecano” y “tabasqueño” incluidos—.
La despedida.
Querida “R.”: ten presente que la sorpresa y anticipación son un gran móvil en “La Cosa Pública” y recuerda con John Wheeler que “si no te ha sorprendido nada extraño en el día, es que no ha habido día”.
La firma.
Tu amigo: “El Discursero”.
P.D. En espera de una próxima carta, deshazte del sobre amarillo.