El saludo.

Querida “República”: hemos sido engañados descaradamente. La mentira, el montaje, el timo, la farsa y el embuste son cotidianos en “La Cosa Pública” de un buen tiempo para acá.

La falta de verdad, en lo que se dice y hace, sigue llegando a límites exorbitantes; estableciendo el “caldo de cultivo” perfecto para los escenarios más siniestros.

El mensaje.

“Le haré una oferta que no podrá rechazar”, sentenció Don Corleone; verbalizando su célebre método de persuasión.

“Nada personal, Sonny. Es estrictamente de negocios”; precisó Michael Corleone, mientras le explicaba a su hermano el nuevo código familiar para librar disputas con sus rivales.

“Usted tiene una doble vida, usted vestirá muy elegante, podrá decir que respete la ley; y seguro lo cree. Pero su conducta es igual a la de El Chapo”, decretó el juez Brian Cogan, de la Corte del distrito este de Brooklyn, Nueva York, al exsecretario de Seguridad federal Genaro García Luna, al hacer pública su sentencia luego de ser declarado culpable por narcotráfico, vínculos con la delincuencia organizada y falso testimonio por las autoridades de nuestro vecino del norte.

Cuando Francis Ford Coppola estrenó El Padrino hace más de cinco décadas, la crítica entendió que su drama familiar de la mafia era una obra maestra. Hoy que las y los mexicanos atestiguamos la gravedad del engaño personificado por el exfuncionario en el sexenio de Felipe Calderón Hinojosa —y por la complicidad del sistema político mexicano— confirmamos, acaso, que la realidad supera la ficción.

Horas antes de su sentencia, García Luna envió una carta muy reveladora al propio Cogan; un manuscrito que nos permite dimensionar este gran engaño: “es impensable tener ese nivel de responsabilidad, (estar) sujeto a niveles de control y vigilancia del más alto nivel y al mismo tiempo tener contacto o vínculos con criminales”.

Y sí, ¿cómo una persona que fue depositaria de información de seguridad nacional de ambos países, una que compartía tareas con sus áreas de inteligencia, hizo lo que hizo sin que nadie lo supiera? Ahora todos se dicen engañados, incluido el expresidente Felipe Calderón, artífice de la “guerra contra el narcotráfico”.

La caída del “exsúperpolicía” va mucho más allá del fracaso de un proyecto en materia de seguridad; de un triunfo de Andrés Manuel López Obrador y una derrota de Calderón. Retrata el engaño sistemático del que hemos sido objeto y una verdad igualmente inquietante: la falta de rendición de cuentas de mandos civiles y militares; estos últimos, con manga ancha, desde el sexenio pasado.

Mientras el nuevo gobierno presenta su estrategia de seguridad, la apariencia de verdad, las mentiras, los engaños y los “protegidos” continúan; ¿o no Cienfuegos?, ¿o no Rocha Moya?

La despedida.

Querida “R”: apunta a la verdad y recuerda con Kierkegaard que existen dos maneras de ser engañados: “una es creer lo que no es verdad, la otra es negarse a aceptar lo que sí es verdad”.

La firma.

Tu amigo: “El Discursero”.

P.D. En espera de una próxima carta, deshazte del sobre amarillo.

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