Querida “República”: ¿cómo iniciarás el 2025?, ¿tienes claro el destino de tu visión?, ¿cuál es tu plan?, ¿cómo incidirás en los destinos de la “La Cosa Pública”?
Te sugiero algo: date un tiempo para definir tu propósito. Procura hacerlo ignorando todas las distracciones externas: el ruido, el consumo, la complejidad, la polarización, en fin, la violencia en todas sus formas y manifestaciones. Y cuando lo tengas definido, comunícalo: exprésalo, vívelo y cuéntalo de manera cotidiana.
El mensaje.
Para mantenerte enfocada, en lo público y en lo privado, no basta con que quieras hacerlo; necesitas tener un propósito claro.
Es decir, definir el destino de tu visión con disciplina, con la claridad suficiente, tanto para priorizar dicho propósito como para “sujetarte” a él, a pesar de tropiezos y distracciones.
¿Algunas sugerencias? Juan Jacobo Rousseau decía que, cuando los problemas de una sociedad son tan descomunales que los esfuerzos individuales no bastan para resolverlos, se debe recurrir a la energía agregada de un contrato social.
Por lo que te aconsejo ceñirte a un propósito colectivo con urgencia: la concordia entre mexicanas y mexicanos; necesitamos compartir un sentido de propósito que nos oxigene, que nos alivie, que nos reencuentre.
No te hablo de una concordia ingenua, simplemente de una concordia posible. Una que crea en el talento mexicano; que lo forme, lo fomente, lo vincule y lo potencie. Una que asuma que la educación de calidad es necesaria, para ser cada día mejores en lo que hacemos. Una que nos asuma como individuos en continuo aprendizaje; capaces de exigir mejores gobiernos, sí, pero también involucrándonos como mejores ciudadanos. Una que construya, desde el presente, una vía más ancha y más humana hacia el porvenir.
Sólo al ser capaz de definir un propósito simple, claro y comunicable, sólo entonces, serás capaz de implementar planes de gobierno realizables, participativos y medibles que te permitan recuperar la confianza ciudadana. Y, juntos, construir un solo México.
Recuerda con Colin Powell que “los grandes líderes son casi siempre grandes simplificadores”; son aquellos cuya visión y prioridades son sencillas y motivantes, carentes de complejidad y encono. Harás bien en exigir claridad de propósito, firmeza y consistencia en tus representantes.
La despedida.
Querida “R.”: define un propósito claro para iniciar el año y prioriza tus acciones para mantenerte enfocada. Sigue el destino de tu visión, comunícalo y contribuye a sanar “La Cosa Pública”.
La firma.
Tu amigo: “El Discursero”.
P.D. En espera de una próxima carta, deshazte del sobre amarillo.