El saludo.

Querida “República”: cuando hay falta de generosidad y ausencia de nobleza de espíritu, México pierde y perdemos todos.

“La Cosa Pública” está enferma de avaricia, egoísmo y ruindad; sus principales síntomas son la relativización de los hechos, la indiferencia ante el dolor ajeno, el “linchamiento virtual” y la búsqueda incesante de sacar “raja política” ante cualquier circunstancia.

El mensaje.

Hoy que atravesamos, quizá, el peor momento de la relación bilateral; a tan sólo unas semanas de que la Casa Blanca afirmara que las organizaciones mexicanas de narcotraficantes mantienen una “alianza intolerable” con el gobierno de México, y de que su habitante principal confirmara —en su primer discurso ante el Congreso— el dominio de dichos “grupos terroristas” en gran parte del territorio mexicano, hay muchas señales encontradas a las que debemos prestar atención.

El conjunto de problemas heredados y engendrados -estructurales y coyunturales- durante la “joven” administración de la presidenta Sheinbaum, presagia una crisis de gran escala. Su gravedad trasciende las arenas movedizas del terreno arancelario, ubicándose en las del dominio criminal; las circunstancias requieren actuar sin mezquindad. Es un punto de inflexión en el que todas y todos debemos tomar posiciones.

Así parece haberlo entendido el gobernador de Querétaro, Mauricio Kuri, quien el pasado 9 de marzo respondió a la invitación de la presidenta Sheinbaum, acompañándola al Zócalo capitalino; decisión que fue cuestionada por un buen número de usuarios de las redes sociales, criticada por sus detractores y, seguramente, por más de un liderazgo panista.

Más allá de símbolos o pragmatismos políticos, habría que subrayar que el gobernador acudió como representante de las y los queretanos a fijar una postura de unidad nacional, ante un desafío de grandes dimensiones para el país -y para sus sectores productivos- que está lejos de terminar. “Yo soy gobierno, yo no soy oposición”, señaló, clarificando el motivo de su asistencia y de su necesaria interlocución con el gobierno federal.

En tiempos de un México violento y polarizado, se requieren posturas sensatas por parte de nuestras y nuestros gobernantes; alejadas del cálculo político, la mezquindad y la voracidad ocasionadas por el poder.

Independientemente de nuestra opinión de la clase política dominante —con su evidente afán de manipulación y concentración de poder— o de la oposición política —con su incapacidad de ser una opción para la gente—, debemos ser capaces de recalibrar nuestro “rasero ciudadano” desde la honestidad cívica, la crítica, la autocrítica y la propuesta.

La despedida.

Querida “R”: actuemos sin mezquindad para ubicarnos en otro sitio; rompamos escenarios predecibles sin resignarnos al imperio del pesimismo, de la confrontación entre mexicanos, la corrupción, la indiferencia y su inercia inevitable.

La firma.

Tu amigo: “El Discursero”.

P.D. En espera de una próxima carta, deshazte del sobre amarillo.

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