El saludo.

Querida “República”: ante tanto ruido e insensatez de “La Cosa Pública”, en ocasiones deberás optar por el silencio.

El mensaje.

De un buen tiempo para acá la violencia, en sus diferentes formas, manifestaciones y escaladas, es la mayor razón de nuestro aturdimiento. No sólo perturba nuestros sentidos y nuestros sonidos cotidianos; también roba nuestra tranquilidad y desconcierta nuestro actuar.

El de la violencia es un volumen exterior que cada día aumenta sus decibeles; balas, bombas molotov, muerte, extorsión, estruendo, caos, nota roja, fake news, “narcocorridos”, “narcogobiernos” y “narcocultura” son “platillos” que se consumen de manera cotidiana en las mesas de las familias mexicanas, normalizándola (la violencia).

Basta un simple análisis para advertir que sus mejores catalizadores son la velocidad y la inmediatez; te hablo de la violencia potenciada por el análisis somero, la crítica superficial, el discurso hueco y reactivo; pienso en la respuesta banquetera, tan inmediata como evasiva, por parte de partidos y actores políticos; en el “post” publicado a tan solo segundos de los hechos, lleno de “likes” y vacío de argumentos; evoco todas aquellas reacciones poco meditadas que alimentan una creciente “comentocracia” —que, valga la redundancia, se alimenta de escucharse a sí misma—.

Sin saberlo, nos convertimos en voceros de la violencia. Contribuimos al ruido innecesario olvidando, si es que alguna vez lo supimos, que su mejor antídoto es el silencio.

Y no te hablo del silencio omiso y culpable; tampoco de una silenciosa desesperación. Me refiero al silencio que nos permite ganar espacios para la reflexión, para luego hacerle frente al presente de forma responsable —evitando “fugas” al pasado y al futuro”—.

Te hablo del silencio que visibiliza a la violencia; que permite que se informe oportunamente a la sociedad sobre lo que ocurre; que verbaliza vidas humanas, en vez de cifras; que da paso a los análisis profundos, a las voces autorizadas y que, también, exige cuentas a las autoridades responsables.

En Querétaro, la violencia atroz perpetuada durante las últimas semanas nos marcó con luto, temor e incertidumbre; pero, sobre todo, nos debe ubicar en el presente: autoridades y ciudadanos incluidos. En lo nacional, la escalada de violencia no cesa; luce inminente una reestructura en la estrategia al ubicar a la fortalecida Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana, como su organismo rector. Los espacios para la reflexión y la acción en los tres niveles de gobierno están abiertos “a punta de realidad”.

La despedida.

Querida “R.”: gana en tu vida espacios de silencio para encontrar un propósito y enfrentar la adversidad. Con Thomas Carlyle, recuerda que “el silencio es el elemento en el que se forman todas las cosas grandes”.

La firma.

Tu amigo: “El Discursero”.

P.D. En espera de una próxima carta, deshazte del sobre amarillo.

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