El saludo. Querida “República”: ¿alguna vez has sentido la necesidad de conceder algo?, ¿de ceder en una actitud adoptada o en tus pretensiones?, ¿de dejar libre un espacio?, ¿de permitir que el tiempo y la verdad sean las que coloquen las cosas en su justo medio?

El mensaje

El oficialismo, de hoy y de ayer, se rige por una lógica de percepción y por un control de espacios ganados que no admiten concesiones. Cuando las cosas se silencian, se ocultan y manipulan, se niegan o tergiversan, sólo pareciera quedar un reducto ciudadano: la realidad que “rompe a hablar”.

El fondo de este dilema es que los “movimientos” gobernantes, al igual que una buena parte de nuestros representantes populares, se empeñan en que la realidad gire en torno a ellos; lo que de facto desacredita su calidad moral.

De ahí que montarse políticamente en las tragedias se convierta en un acto cotidiano siendo oposición; tanto como negarlas, siendo gobierno. En este vaivén, los ciudadanos -mayormente pasmados- observamos cómo la fuga de verdades va emparejada con la de responsabilidades.

La semana pasada fuimos testigos de estridencias singulares, por decir lo menos, en torno al horror de Teuchitlán. Deslinde de autoridades, supuesto deslinde de narcotraficantes -con “códigos de ética” y amenazas veladas para las madres buscadoras incluidos-, remembranzas de “verdades históricas” y acusaciones “carroñeras”.

Tras más de 54 mil desparecidos en el sexenio anterior y cerca de 7 mil en el actual, tras ignorar y desacreditar sistemáticamente a las madres buscadoras, tras manipular las cifras con fines de percepción y, sobre todo, tras el primer gran escándalo que sacudió la línea de flotación de su gobierno, la presidenta Sheinbaum finalmente declaró que las personas desaparecidas son prioridad nacional.

Pero lo hizo, girando la percepción hacia su propio gobierno: destinando más de la mitad de su posicionamiento a señalar a quienes considera están detrás de una campaña de desprestigio en su contra, colocando “en esa misma bolsa” a quienes legítimamente cuestionan y critican el actuar de su gobierno ante esta tragedia y afirmando que (Teuchitlán) no representará un “Talón de Aquiles” para su administración.

¿Entenderán nuestros gobernantes que no todo se trata de ellos?, ¿que las historias de las víctimas son más importantes que sus propias versiones?, ¿que los “bots” son menos letales que los criminales?, ¿que deben conceder y colocarse del lado de las víctimas?

La despedida

Querida “R.”: aprende a ceder espacios para que la realidad sea un factor de equilibrio en tu vida. Recuerda con George Orwell que “la libertad es poder decir libremente que dos y dos son cuatro, si se concede esto, todo lo demás vendrá por sus pasos”.

La firma

Tu amigo: “El Discursero”.

P.D. En espera de una próxima carta, deshazte del sobre amarillo.

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