El saludo

Querida “República”: estas últimas semanas “La Cosa Pública” se ha empeñado en distraernos con un coctel de descalificaciones; algunas inciertas, otras evidentes.

El mensaje

Como has podido notarlo, desacreditar hechos, desautorizar opiniones e incapacitar voces es la ruta a seguir desde el oficialismo —voluntaria e involuntariamente— para controlar el debate público; incluso, descalificándose a sí mismo.

Según el Diccionario de la Lengua Española (RAE), exterminar es “matar o eliminar por completo de un lugar a un conjunto de seres vivos”. Así que al anunciar Omar García Harfuch que “llegaron a privar de la vida —asesinar sistemáticamente— a personas que se resistían a recibir el adiestramiento, o bien, intentaban escapar del lugar” —Rancho Izaguirre—, descalifican su propia narrativa.

Al revelarse que la Fiscalía de Jalisco notificó a la FGR desde septiembre de 2024 sobre evidencias del fuero federal encontradas en el Rancho Izaguirre, se descalifica la sorpresa externada por Gertz Manero por los hallazgos de Teuchitlán y resuena en el aire lo dicho por el entonces presidente López Obrador: “el Presidente se entera de todo”.

Al denunciar —como lo hizo Sheinbaum— que no hay una sola base de datos de identidad para buscar a los desaparecidos, se descalifica la inacción del gobierno de su antecesor durante los últimos seis años.

Al desechar la solicitud de desafuero de un presunto violador, impidiendo así que enfrente la justicia, descalifican su propia narrativa —“llegamos todas”—.

Al afirmar —como lo hizo la Presidenta—: “siempre respaldaremos a las mujeres, pero siempre tiene que haber pruebas suficientes”, NO se ponen del lado de las víctimas; descalificando, además, su propia defensa de la prisión preventiva oficiosa.

Al sentenciar el presidente del Senado: “no tengo que transparentar nada” —con relación a su vuelo en primera clase a París y su negación a transparentar sus viáticos—, descalifican su propia “austeridad republicana” y su supuesta “lucha” por la transparencia y la rendición de cuentas.

Descalificaciones y eufemismos van y vienen: “muertos o desaparecidos”, “exterminio o adiestramiento”, “asesinar o privar de la vida”, “denuncias de las víctimas o denuncias de las fiscalías”, “verdades o verdades históricas”.

El problema es que este vaivén no sólo anula la verdad, sino que se hace a costa del sufrimiento de las víctimas, la muerte de miles y la indiferencia de millones.

La despedida

Querida “R.”: ubica las descalificaciones inciertas y evidentes, advierte las contradicciones detrás de ellas y no permitas que el ruido de “La Cosa Pública” te desenfoque; recuerda que este ruido suele ceñirse a un doble objetivo: obstruir la verdad e invisibilizar a las víctimas.

La firma

Tu amigo: “El Discursero”.

P.D. En espera de una próxima carta, deshazte del sobre amarillo.

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