El saludo.

Querida “R.”: siempre vale la pena pensar en “el día después de mañana”, porque tarde o temprano nos vamos a encontrar ahí.

El mensaje.

Tras un acontecimiento importante, tras una fiesta en la que bebimos en exceso, tras el retroceso de una ola, comienza a sentirse una resaca.

Lo mismo pasa con el fin de este sexenio.

En un extremo están quienes, francamente conmovidos “lloran” el fin del “obradorato”, en el que se reconocen e identifican, por el que se sintieron escuchados, acompañados y reconocidos; los que se alimentan —literalmente— de los tangibles del hoy (agua, leche y carne incluidos), sin importarles los intangibles del mañana. Ellos, experimentan la resaca del “éxito” acompañada con un apetito creciente de justicia social y, en algunos casos, de más venganza contra el pasado.

En el otro extremo están quienes padecen el malestar de una “fiesta democrática mexicana” que no acaban de entender. Una prolongada por la imposición de una narrativa poderosa que conectó con el sentir de las mayorías: que polarizó en exceso, que mintió en exceso y que repitió en exceso una sola visión de país desde el púlpito presidencial. Ellos, sus adversarios, experimentan una cruda moral, una acentuada por su falta de ideas y de congruencia; y, sobre todo, una cruda visceral.

Enmedio, estamos muchos más. Quienes hemos dejado de creer mayormente en unos y en otros; quienes vivimos entre la “Estafa Maestra” y “Segalmex”, entre los viejos priistas y los nuevos morenistas (los López: Obrador y Hernández, Bartlett, Monreal); quienes nos encontramos, quizá, a la orilla de la playa, esperando a que la historia revele el limo y los residuos que esa marea —guinda, rosa, negra— dejará a su paso después de la crecida.

¿Más o menos Estado de Derecho?, ¿más o menos separación de poderes?, ¿democracia fortalecida o debilitada?, ¿mayor o menor concentración de poder?, ¿más o menos contrapesos?, ¿más o menos violencia?, ¿más o menos militarización?, ¿más o menos control del narco en la vida pública?, ¿más o menos pobreza?, ¿mejor o peor distribución del presupuesto?, ¿mayor o menor crecimiento económico?, ¿mayor o menor ingreso per cápita?, ¿mejor o peor calidad de vida?, ¿más o menos deuda pública?, ¿mejor o peor sistema de salud?, ¿mejor o peor sistema educativo?, ¿más o menos unidad nacional?, ¿más o menos nepotismo?, ¿más o menos corrupción?, ¿más o menos impunidad?, ¿un México mejor o un México peor? Al tiempo…

Te recomiendo paciencia; conformada por paz y ciencia. Con André Gide, “créele a aquellos que buscan la verdad y duda de los que afirman haberla encontrado”.

La despedida.

Querida “R.”: ¿cómo estuvo la fiesta? ¿La quieres seguir o mejor descansas un rato? Sin importar lo que decidas, recuerda que “La Cosa Pública” te necesita renovada, activa, participativa y dispuesta a dar tu propia batalla para mejorarla.

La firma.

Tu amigo: “El Discursero”.

P.D. En espera de una próxima carta, deshazte del sobre amarillo.

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