El saludo.

Querida “República”: ¿qué cosas en tu vida dependen de la casualidad o del azar?, ¿te asusta pensar que algunas “escapan” de tu control? Últimamente he visto a “La Cosa Pública” reírse de sí misma —y de nosotros—; como si asumiera que su transitar y devenir cotidiano dependiera de la suerte.

El mensaje.

Vivimos tiempos inéditos, acompañados de procesos no menos singulares. El sorteo de cargos de jueces, ministros y magistrados realizado hace algunos días en el Senado retrata la realidad del país: una donde el azar y la improvisación “llevan mano”.

Una tómbola fue la mejor manera que encontraron para “ordenar” la destitución de cientos de jueces y magistrados; borrando de tajo carreras judiciales, sin ponderar perfiles ni trayectorias.

Con este proceso de insaculación para renovar la mitad de las magistraturas de circuito y juzgados de distrito —con esta tómbola para saber qué cargos serán sujetos a elección el próximo año—, el Poder Judicial entra en un periodo de oscuridad que ya requiere de “muchas luces”.

Luces que respondan a las preguntas que flotan en el aire: ¿se requiere un Poder Judicial que vigile la legalidad o uno que sea representativo de la población?, ¿son compatibles ambos propósitos?, ¿con esta reforma se avanza en la profesionalización del poder judicial?, ¿en su independencia del resto de los poderes?, ¿con esta reforma crece el control político por la vía jurisdiccional?, ¿se logrará democratizar la justicia?, ¿los ciudadanos estaremos más o menos indefensos?

Son escasos los argumentos convincentes, pero muchas las ideas encontradas. A manera de resumen, podemos decir que unos alegan que otros quieren juzgadores a modo; y estos otros, descansan afirmando que “así lo quiso el pueblo”.

A unos y a otros, habría que recordarles cosas importantes:

Que el pueblo somos todas y todos, sin excepción.

Que como pueblo no votamos necesariamente por el mejor; acaso por el menos malo.

Que como pueblo no otorgamos “cheques en blanco” a nuestros representantes para que hagan lo que les venga en gana (es decir, votar por ti no significa que esté de acuerdo en todas contigo).

Que como pueblo no queremos seguir siendo manipulados desde el atril presidencial, ni desde ningún otro (ejemplo: achacar a jueces federales negligencias por parte de jueces del fuero común).

Que como pueblo no queremos que la justicia, ni antes ni ahora, esté en manos de juzgadores incompetentes, coludidos o elegidos al azar.

Lo sabemos: hoy no hay un acceso pleno a la justicia y se debe, en gran medida, a que el Poder Judicial no está libre de errores, de arbitrariedades, de nepotismo, ni de corrupción; como tampoco lo están los poderes Ejecutivo y Legislativo.

La despedida.

Querida “R.”: aunque la vida es una tómbola, la suerte no se puede almacenar; al final, “con la vara que midas, serás medida (con A)”.

La firma.

Tu amigo: “El Discursero”.

P.D. En espera de una próxima carta, deshazte del sobre amarillo.

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