En el inicio de la jornada electoral estando en juego la presidencia de la república mexicana, desafortunadamente observamos la ausencia de la ética política. Las campañas se desarrollan a través de confrontaciones verbales violentas con cargas emocionales de un odio exacerbado entre los diversos bandos. Ojalá este activismo solo sea efímero. Sin embargo, pensamos no sucederá de otra forma mientras los contendientes no recuperen la filosofía de la ética con el objeto de trasladarse a un escenario de respeto y tolerancia mutua.
La ética, entendida como la teoría de los valores humanos ha desaparecido en la coyuntura política actual. La práctica de los valores morales está ausente y si a esto sumamos la inoperatividad de los partidos políticos como plataforma para reducir la complejidad de las controversias y conflictos en disputa, entonces la lucha entre facciones corre al riesgo de pasar a la violencia física directa.
La cultura griega aportó, hace más de 2 mil 500 años antes de Cristo, la noción de la política como un espacio para la convivencia social a partir del diálogo con argumentos creativos los cuales contribuirían a darle dirección y organización a la ciudad. El debate de ideas siempre es apasionante… Por su parte, los partidos políticos dejaron de guiarse por un código de ética para operar de manera pragmática alrededor de los intereses más perversos, dejando en la orfandad y al borde de la barbarie a los ciudadanos.
Los partidos políticos del Ancien Régime se han olvidado de las elecciones electorales en territorio moral, no crearon nuevas actitudes en sus dirigentes, militantes y ciudadanos. Por esta razón, la anomia social está a flor de piel. Han incurrido en alianzas malditas detonando y orientando el odio hacia un gobernante. Vale decir, por ello se encuentran en estado terminal. Sin embargo, el hecho les permite generar el caos en diversas dimensiones.
Sin duda, urge recuperar el pensamiento ético ante el murmullo de la violencia. El sistema social tiene la responsabilidad de crear una nueva generación de líderes comprometidos con la humanidad, construir un nuevo sistema de partidos políticos cercanos a sus militantes, o tal vez, crear un mondo sistema político con innovadoras reglas políticas. Remontar lo superfluo desde el enfoque de las utopías de los grandes proyectos sociales.
La pléyade de pensadores como Alain Touraine, Slavoj Zizek, Karel Kosik, I. Wallerstein y Zigmunt Bauman entre otros muchos más, consideran, desde antes y después de la pandemia, que la sociedad occidental dominante, como la conocemos, ya no es útil, es una sociedad ya en la vejez, a punto de perecer.
Por lo pronto, la tarea ciudadana es evitar que estas elecciones se descarrillen debido a la violencia. No pongamos atención al llamado de los ideólogos y políticos que alientan la violencia a través de verborreas mal intencionadas en los medios convencionales. El voto debe ser por la paz social.