El reciente ritual político para definir a los próximos candidatos a la Presidencia de la República entre las fuerzas políticas, a saber: Morena y sus aliados (Cuarta Transformación), y la coalición opositora denominada, ahora, Frente Amplio por México (FAM) integrada por el PAN, PRI y PRD, interpela a una reflexión al respecto. Veamos:
Históricamente, la izquierda, en todo movimiento político, ha aportado la innovación de ideas que terminan por transformarse en proyectos de nación para beneficio de la población en general. A contrapelo, la derecha, de acuerdo con sus intereses políticos y económicos, aspira a arribar al poder apropiándose, para bien o para mal, de las ideas de la izquierda. En el caso mexicano de estos momentos, la 4T diseña una estrategia para seleccionar al candidato presidencial de cara a las elecciones de 2024, esto es la llamada Coordinación de los Comités en Defensa de la 4T para lo cual, el coordinador será electo por medio de una encuesta abierta entre la población nacional de 18 años a más. Por su parte, la derecha, con el tamiz de la 4T, busca a su candidato presidencial llamándolo Responsable Nacional para la Construcción del Frente Amplio por México y lo nombrará a través de una urdimbre de acciones nada agradables para los interesados en competir, sembrando, además, dudas e irritación entre la militancia partidista.
Seamos tajantes, el modelo de partidos políticos tradicionales, así como el modelo de coaliciones están agotados. Es necesario rejuvenecer el debate sobre las categorías de igualdad, libertad y democracia, así como crear nuevas categorías de análisis. Hoy día, se recurre a un sinfín de membretes de democracia sin ninguna fundamentación teórica o filosófica. Las fuerzas políticas hablan de “democracia moderna”, “democracia representativa”, “democracia pluralista”, “democracia constitucional” y “democracia liberal”. Se citan estos brevetes sin ninguna noción argumentativa. Sin embargo, el debate debe encontrar hogar en las universidades públicas para que resuene en todo el país, de otra forma, el empobrecimiento de la política como actividad continuará en caída libre.
Si la izquierda ha cargado con la responsabilidad de la creatividad política, entonces tiene la tarea titánica de estimular un nuevo marco simbólico a propósito de pincelar un boceto sobre la democracia ideal para México. La 4T necesita de una nueva generación de intelectuales con principios e ideales para el efecto anterior. Por su parte, la derecha está urgida de crear un crisol para invitar a ciudadanos de a pie, no imaginarios, a observar el país que les proponen.
Ya lo hemos dicho en varias ocasiones, la derecha está en postración debido a la corrupción neoliberal, bien le haría al país y sus regiones si incurrieran al acto de pensar y actuaran en congruencia con su ideología. Lo lamentable es que no se vislumbran cambios. La derecha está en punto muerto. Sería interesante que leyeran el libro Ensayo sobre la Ceguera, del profesor José Saramago, con el afán de remontar la miopía y la compulsión a repetir el síndrome del mito de Sísifo (Albert Camus, 1942).
En rigor, la ausencia de pensamiento y la carencia de un modelo de consenso detona emociones destructivas y de odio.
Lo vital, hoy día, es construir nuevos sujetos sociales y políticos a partir de inéditos relatos y argumentos. Difícil pero no imposible...