La visita de la presidenta de México a Querétaro, Claudia Sheinbaum Pardo, el 13 de octubre, con el objeto de firmar el acuerdo federal de iniciar la construcción del tren de pasajeros Querétaro-Ciudad de México-Querétaro puso al descubierto el preludio de la lucha política entre los dos partidos políticos más importantes, a saber: el PAN y Morena.

Más allá de los madruguetes del PAN y funcionarios de gobierno, para copar la mayoría de espacios destinados a los asistentes al acto en detrimento de los asistentes morenistas, sin duda, asoma el estado de ánimo del temor político en el seno del oficialismo. El gane del espacio público, del evento en cuestión, fue con el objeto de evitar alguna acción adversa de la oposición que pudiera avergonzar la imagen del gobierno del estado en el contexto nacional.

Lo anterior, es explicable por la ofensiva del movimiento de regeneración nacional quién agrietó políticamente el territorio queretano y se encamina hacia la conquista por la gubernatura en las elecciones de 2027. A contrapelo, el panismo intenta ya -desde ahora- contener la pérdida de credibilidad ante los ciudadanos, por medio de acciones a fin de equilibrar la correlación de fuerzas ya no tan a su amparo. Para este efecto, los reacomodos al interior del partido y del régimen se orientan hacia el robustecimiento de su estructura política tradicional la cual le garantizó triunfos compactos y permanentes.

Las luchas intestinas entre los grupos políticos de Acción Nacional están en puerta. Desde ahora, ya se tejen acuerdos y alianzas para seleccionar, primordialmente, al candidato a la gubernatura. Se piensa que la gubernatura se dirime en el Senado de la república, otros cavilan que el candidato debe salir de las filas del gobierno actual. Este asunto se traducirá en un estado de tensión entre las diversas corrientes al interior del partido. El PAN corre el riesgo de debilitarse y generar la salida de un cúmulo de militantes y, en consecuencia, el desaliento de simpatizantes. Al PAN de Querétaro le urge generar ideas, proyectos y programas con el objeto de rejuvenecer su estructura y, así, cautivar a los ciudadanos queretanos aunque lo más urgente es, dicho sea de paso, detonar un movimiento intelectual que guíe el quehacer tanto del partido como del gobierno.

Por su parte, Morena enfrenta desafíos como superar el infantilismo de izquierda y el aventurismo, requiere de una sólida dirección política y un movimiento intelectual consecuente con las condiciones actuales del país y de la región. El partido está nutrido de aventureros, en nada identificados con la ideología de la cuarta transformación lo cual indica la tenue identidad política del partido. El escritor José Revueltas habló, en su momento, de un proletariado sin cabeza; hasta ahora, el partido guinda, en Querétaro, no posee un cerebro que le muestre el camino político a seguir.

Si Morena desea competir por la gubernatura debe transitar de la confusión hacia la solidificación del partido político. Es vital el debate interno… Morena la tiene más fácil que el PAN siempre y cuando se sobre empuje el miedo al miedo.

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