El pasado 2 de junio, día de elecciones políticas en México, la izquierda en el poder ratificó su triunfo para la Presidencia de la República en las urnas con el 59.76% de la votación total, destacando el gane al segundo lugar por 32 puntos. Un triunfo inobjetable para el movimiento de la cuarta transformación. Sin embargo, el triunfo tiene implicaciones y consecuencias, a saber: de entrada “el 2 de junio de 2024” se convierte en un elemento más del aparato ideológico de la Cuarta Transformación. Es el símbolo unificador entre la autoridad del Ejecutivo y el pueblo en su mayoría, lo cual convalida el pacto social signado desde 2018 entre la autoridad legítima en el poder político y el pueblo votante a favor de un cambio de régimen político.

El 2 de junio de 2024 es ya la medida de todas las cosas porque puso en evidencia varios eventos dentro de la lucha política. El movimiento liderado por Claudia Sheinbaum abatió al adversario o adversarios en los siguientes frentes: en primer lugar, derrotó a toda la propaganda sucia en su contra. La más temeraria fue la de “narcopresidenta”. En segundo lugar, los medios de difusión de masas convencionales fueron derrotados en refriegas constantes contra los medios no convencionales en plataformas digitales. Los llamados “youtubers”, identificados y operando abiertamente a favor del morenismo contribuyeron a contener el arsenal de información no confirmada, y por lo tanto, no verdadera. Sin duda, queda pendiente un análisis riguroso sobre el quehacer de los “youtubers” progresistas, es importante asignarles su lugar en la historia. A contrapelo, los medios de masas convencionales, si no se refundan, innegablemente perecerán. Esos medios ya envejecieron junto con sus locutores o lectores de noticias. Fueron voceros del Ancien Régime y ya no lo son. Renovarse o morir, ese es su destino.

En tercer lugar, los empresarios aliados al neoliberalismo salinista y beneficiarios económicos de este modelo no cesaron en invertir cantidades millonarias en pesos y dólares para debilitar al régimen dominante. También, fracasaron en todos sus frentes. Desde luego, continuarán de cara al futuro con esa misma actitud. Igual ya envejecieron y no son útiles en la construcción del nuevo régimen político propuesto por Claudia Sheinbaum.

El gobierno de los Estados Unidos también fue un adversario incómodo para el movimiento morenista. Primordialmente se dedicó a financiar a la oposición. Fracasaron. Los partidos políticos agrupados en el “Prianrd” no vieron la suya y perdieron de la forma más vergonzosa. Habrá que pensar en una nueva generación de partidos capaces de confrontarse en los escenarios de un nuevo régimen político. Y, por último, cierto sector de la iglesia católica confrontó a la izquierda intentando por todos los medios reorientar el voto de los ciudadanos. No lo lograron. La iglesia católica enfrenta desprestigio por sus incongruencias al grado que ha perdido al 15% de sus feligreses. Ya enfrenta la amenaza de otras corrientes religiosas no católicas. Su alianza histórica con la derecha ya no le funciona. Le conviene remontar su añejo conservadurismo. El mismo Papa Francisco ha sostenido que es suicida mantenerse en el conservadurismo. Bien, viene la construcción de un nuevo régimen con una nueva intelectualidad, nuevos empresarios, comerciantes, una innovadora ofensiva de medios de comunicación, nuevos ciudadanos, etc., por lo que el pasado 2 de junio es ya la medida de todas las cosas.

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