Todo organismo social vivo enfrenta, desde su nacimiento, dos fases, a saber: la fase A es la de un proceso de auge y florecimiento; sin embargo, tal proceso llega a un punto donde se estanca, dando paso a la fase B, la de la crisis, caos y muerte del sistema social en cuestión. Así lo definió el sociólogo norteamericano Immanuel Wallerstein. Al capitalismo histórico vigente lo describió como Sistema-Mundo capitalista. Ahora bien, a través de este crisol podemos comprender el mundo de hoy. Vale decir, vivimos la fase B del capitalismo histórico en el cual vivimos.
El Sistema-Mundo capitalista requiere de un cerebro que ordene su funcionamiento, así es como Estados Unidos (EU) se convierte en el país hegemónico al triunfar en la segunda guerra mundial. Dicho sea de paso, las guerras son para el reparto del mundo y por la supremacía sobre el resto de los países del globo terráqueo. Así pues, la primera guerra mundial (1914-1918) fue por el reparto del mundo y la segunda guerra mundial (1939-1944) fue por la hegemonía. Desde entonces, EU domina el mundo, impuso su lógica de la economía, su cultura, su idioma, el dólar como la moneda-medida de cambio mundial entre muchas cosas más. Todo esto en su conjunto está en crisis y mantiene a EU en un desorden y conflicto. Pensemos, aquí, la guerra de Ucrania.
En ese contexto, ubiquemos la ofensiva del presidente Donald Trump. Sólo tomemos en cuenta que ese país desde hace tiempo está estacionado en la fase B descrita arriba. Es un imperio en estado terminal consumido por la crisis de su economía interna, los jóvenes destruidos por el consumo de drogas, por ejemplo, el fentanilo lo desarrollaron en ese país y su producción, distribución y consumo es controlado tanto por las mafias farmacéuticas como el crimen organizado exterior e interior.
Padece, además, una violencia estructural sin precedentes, ya que es una nación belicista y sus ciudadanos están armados hasta los dientes. En rigor, es una nación dañada y enferma, pero cuentan con el cuerpo militar más poderoso del mundo. Por esta razón, Trump pretende limpiar su casa a costa del resto de los países del mundo entre los cuales está México. La guerra arancelaria va en este sentido, lastime a quien lastime.
El martes 5 de marzo por la noche, ante el Congreso de Estados Unidos, el discurso de Donald Trump fue arrogante y ofensivo al referirse a México. Equiparó a los cárteles mexicanos con ISIS, el movimiento terrorista islámico y dibujó la fantasía de una economía en recuperación al plantear como ejemplo, la repatriación de la industria automotriz y, para rematar, el tema de la migración, lo utilizó para decir que a ese país otrora idílico ingresan por su frontera sur, criminales, asesinos, drogadictos, traficantes de drogas, etc.