La presencia en Querétaro de la presidenta de México, Claudia Sheinbaum, para conmemorar la promulgación de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos de 1917 reafirmó el proyecto nacionalista de la Cuarta Transformación que lidera al frente del Estado mexicano.

Si bien es cierto, el “nacionalismo” es un movimiento detonante en gran parte de los países del mundo ante la debacle del proyecto neoliberal de las derechas y, en consecuencia, el deterioro de la globalización económica, el caso mexicano encuentra en la coyuntura mundial actual condiciones materiales favorables para arribar a momentos estelares de desarrollo económico.

Sheinbaum, al igual como lo hizo en su momento Andrés Manuel López Obrador, recurrió al nacionalismo como ideología y práctica política, para darle sentido al porvenir del país. La historia y la cultura de México, asimismo, le permitió realizar un viaje para recuperar los grandes momentos de las luchas y movimientos sociales de los mexicanos, portadores de ideales y principios, estos que el neoliberalismo intentó nublar para instalar la mezquindad del individualismo posesivo y el pragmatismo económico de competencias despiadadas. A este respecto, Sheinbaum confirmó la superación de la larga noche del neoliberalismo.

En suma, la presidenta de México mostró y ha mostrado en otros momento, un proyecto de nación para el bienestar social en general y exhibe lo más difícil para una nación, el diseño de una superestructura jurídica, política e ideológica para darle sentido a la gran diversidad de formas de conciencia social hasta recuperar la identidad nacional y las bases sociales. Este hecho, sin duda, le dio poder y seguridad para enfrentar el escarceo con el presidente de Estados Unidos, Donald Trump al cual le derribó los muros de injurias y mentiras. Trump, por ahora, no tiene proyecto de nación, lo suyo es un país deteriorado por el racismo y el clasismo y dañado por el alto consumo de drogas. Además, por su parte, la élite del poder norteamericano presume un espíritu expansionista sin más ni más. Su único fuerte son los aranceles. El imperialismo yanqui está a la baja y, desde luego, no dejan de ser peligrosos en todos los órdenes.

Por otro lado, destaca el discurso del gobernador de Querétaro, Mauricio Kuri, el cual se pronunció, de manera contundente, en contra de toda intervención extranjera para lo cual destacó la importancia de la unidad nacional y un “no” a la división en el país.

Su pronunciamiento tiene implicaciones de índole político para el estado, a saber: primero, reconoce y se suma al proyecto del Estado mexicano encabezado por la presidenta Claudia Sheinbaum; segundo, contraviene la actitud injerencista de los Estados Unidos y divisionismo nacional promovidos por los senadores del PAN, Marko Cortés y Ricardo Anaya. Estos representan el interés del capital financiero norteamericano; tercero, el espíritu regional queretano, férreo a su costumbrismo, pudiera generar un bloque histórico de exgobernadores y personalidades de toda índole para contener el proyecto invasivo en cuestión. En efecto, el gobernador ya tomó una posición, no hay vuelta de hoja, a menos que sólo haya sido retórica.

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