El proceso de desglobalización y el agotamiento del modelo neoliberal ha dado paso, en el mundo, al diseño de una sociedad digital. Los síntomas son: la fatiga, la asfixia y la desesperanza… padecimientos en diversas poblaciones. Y no solo esto, sino incluso el nacimiento de la sociedad digital vislumbra riesgos ya observables, hoy día, como el despunte de una carrera armamentista digital basada en la incontrolable circulación de datos globales. Las guerras en el futuro ya no serán a través del uso de armas de fuego sino en el uso de datos, es decir, el big-data. El centro estratégico de las luchas políticas será en las plataformas digitales, a saber: Facebook, Instagram, T, inteligencia artificial y las redes 5G entre otras.
Desafortunadamente, las luchas políticas, en la coyuntura actual, se dan en base al recurso de la violencia verbal y la mentira, procedimientos opuestos al uso responsable de la libertad de expresión y a la objetividad del uso de datos. Lo ideal sería recurrir al cosmos de los datos a partir de los principios e ideales de cada estrato u organización política y sin olvidar el denominador común: la ética. Sin embargo, no es así. El asunto es quien es el que mejor engaña a los ciudadanos.
Una calamidad más, al menos en México y sus regiones no se vislumbra una nueva inteligencia que comande un movimiento intelectual a fin de darle dirección al sistema social y político. La vieja guardia del conocimiento y el saber pareciera derrotada y estado de hemiplejía. Sería relevante la irrupción de una nueva generación de pensadores con el objeto de contener el embuste. El sistema educativo es importante para ese efecto.
Si se privilegia el engaño y la marrullería entonces el rumbo será la conformación de una dictadura digital. En cambio, si se recupera la tradición del saber político, el beneficio será para la edificación de un nuevo estilo de democracia. La diferencia de proyectos políticos y sociales son respetables, por lo que la confrontación de ideas opuestas contribuye al orden de un sistema político. Los ciudadanos merecen respeto al intentar ganarse sus conciencias. El competidor-ganador de una contienda político-electoral merece el reconocimiento del perdedor y con la posibilidad de refundarse este último.
Para concluir, la actitud convenenciera de políticos utiliza a modo la información a través de partidos políticos ya en estado terminal. Los políticos saltan de un partido a otro sin el mínimo de decoro y moral, el cinismo se impone. El estado de Querétaro no es la excepción, los principios y los ideales ya no cuentan y mucho menos una formación profesional seria.
En concreto, el caso del partido dominante, el PAN tiene la posibilidad de contener el avance del “culto a la personalidad” y mantener el orden institucional. Si no recupera la dirección política, sin duda perderá las próximas elecciones. Morena crece aún sin grandes liderazgos y con fuertes divisiones internas.
Los ciudadanos mantienen interpelados a los partidos políticos, su futuro depende del nivel de transparencia en el discurso, en activismo y en proponer a los ciudadanos a los mejores candidatos.