Diciembre siempre ha sido el mes que exhorta a reflexionar sobre uno mismo y sobre los valores de la bondad, la solidaridad, el respeto al otro, etc. Es el mes de la Navidad dedicado a las convivencias en paz, la violencia se pospone un tiempo, así como todo tipo de discordia entre los individuos. Es un mes espiritual, el cual se expresa a través del intercambio de regalos y detalles para halagar al alter.

La festividad decembrina contribuye a contener las diferencias más arraigadas entre los seres humanos como son: los antagonismos religiosos, políticos, culturales y hasta ideológicos. Es por ventura el tiempo de la paz social.

En consecuencia, los buenos deseos orbitan alrededor de llamar a las instituciones, cuya operación se da alrededor del poder político, bajen la intensidad de la lucha política para dedicarse a repensar sus nociones sobre la idea del otro, es decir, comprender que ese otro no es un “enemigo” sino un “adversario” al que se ha de vencer en las urnas. Si las instituciones se guían y actúan desde la “cultura del odio”, desde luego permearán de ese mal humor a la sociedad en su conjunto.

La antigua noción de la política convocaba a los individuos a reunirse en el Ágora, para dialogar y debatir sobre los grandes problemas de la polis. Este método denominado mayéutica procuraba encontrar las mejores ideas y alternativas para mejorar la condición humana. Claro está, en el centro del intercambio de ideas y argumentos se ubicaba y se ubica la ética como punto de partida.

Por nuestra parte, pensamos que el devastador impacto de la pandemia era la oportunidad de hacernos más humanos. La cosa no ha sido así. El desprecio al que no piensa como yo, es inaudito. No existe la pertinencia de escuchar las ideas del alter, solo las del ego predominan. En esta dirección, es importante impedir todo intento de rebasar la línea de la tolerancia porque estaríamos directamente en la antesala de la violencia social y política. Esa intentona ya vió la luz en la revista Siempre, cuya portada muestra a la efigie de la contendiente del partido Morena a la presidencia de la república, Claudia Sheinbaum, con una banda en la cabeza mostrando símbolos del nacional-socialismo (nazismo) y un llamado escrito a “detenerla”.

Desde luego y por fortuna, un gran cúmulo de intelectuales, artistas, académicos y ciudadanos en general, vale decir de derecha y de izquierda, se opusieron rotundamente a la publicidad fascistoide.

Sano es reconocer que no solo México sino todo el mundo está en estado de incertidumbre por las guerras, las crisis económicas y financieras, así como los efectos de la pandemia misma. La postración de la mayoría de los ciudadanos se traduce en la percepción de la “inseguridad” y los riesgos de la violencia en todas sus dimensiones.

A contrapelo de todo lo mencionado, nuestro deseo navideño es llamar a todas las personalidades políticas de buena voluntad a actuar con responsabilidad para remontar los trastornos negativos legados de la pandemia y se arribe al año 2024 con una rejuvenecida cultura política.

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