Gracias a este maravilloso quehacer tuve la fortuna de atestiguar momentos cruciales de la relación entre Cuba y México que explican dónde están hoy, tras el explícito y hasta innecesariamente rudo llamado que AMLO hizo ayer al gobierno de Estados Unidos para que levante el embargo económico que ha aplicado a la isla durante más de sesenta años.
Una multitud de cubanos irrumpió el 4 de abril de 1980 en la embajada de Perú en La Habana. Reclamaban un salvoconducto para salir del país, asfixiados —según sus razones — por la represión política y la crisis económica.
Para la cobertura de aquellos hechos que el mundo entero seguía atónito, la embajada cubana en México otorgó la única visa de trabajo al Canal 13 de la televisión mexicana. Este reportero llegó con ella hasta la sede diplomáticaocupada. Lo que se veía impactaba: la embajada peruana rodeada por militares y adentro, hacinados, miles de cubanos clamando por libertad.
Para el régimen cubano eran contrarrevolucionarios, basura social. Muchos, ciertamente, podían encuadrar en semejante descripción, pero muchos otros eran gente de bien, médicos, profesionistas, familias enteras hartas del racionamiento alimentario de todos los días.
La segunda noche en La Habana, funcionarios del Departamento para las Américas del Partido Comunista Cubano llegaron hasta mi habitación del hotel Habana Rivera. Solicitaron la entrega del material videograbado. No había palabras que matizaran la crudeza de las imágenes, así que, tras una negociación de horas, accedieron a que el material se largara a México si era revisado y editado en la televisión cubana. Era eso o nada.
Aquella crisis terminó con la salida de miles de cubanos, primero a países como Perú y España; y después, con el éxodo en lanchas enviadas al Puerto de Mariel por familiares de los solicitantes de asilo, desde Miami.
En el ínterin ocurrió una visita oficial a Cuba del entonces presidente de México. Fue cuando José López Portillo, mientras Estados Unidos realizaba maniobras militares en el Golfo de México, declaró: “Nada soportaremos que se le haga a Cuba porque sentiríamos que se nos hace a nosotros mismos”.
La declaración no solo reflejaba los vínculos históricos y culturales de la relación, sino también la reiterada exigencia de respeto a la soberanía cubana como defensa y eco de la reiterada exigencia de respeto a la nuestra, obligados, como históricamente ha sido, por el asimétrico vínculo vecinal con Estados Unidos.
Once años después, el 26 de diciembre de 1991, se desintegraba la Unión Soviética y con ella el apoyo económico que daba al régimen castrista y con el que contrarrestó los devastadores efectos del bloqueo comercial de Estados Unidos que sigue vigente. Visitas a Cuba durante lo que llamaron el “periodo especial”, permitieron que me percatara de las dramáticas condiciones de sobrevivencia de los cubanos y el endurecimiento del régimen para contener el descontento generado por la desesperada situación.
El 19 de marzo de 2002, escuchábamos en Monterrey a Fidel Castro en la Conferencia Internacional para el Financiamiento del Desarrollo, cuando el líder cubano soltó la frase que cambiaría los términos de la relación entre ambos países: “No puedo continuar acompañándolos debido a una situación especial creada por mi participación en esta cumbre y me veo obligado a regresar de inmediato a mi país”.
La primera explicación que se filtró entre los periodistas fue que se le había pedido retirarse para no incomodar al entonces mandatario estadounidense George W. Bush que estaba por arribar. El presidente Vicente Fox lo negó reiteradamente hasta que Castro hizo pública la conversación telefónica previa en la que el mexicano le decía “vienes, comes y te vas”. Aquel exabrupto llevó las relaciones con Cuba casi hasta la ruptura.
Recuperé estos episodios para asumir como hechos incontrovertibles que el embargo estadounidense a Cuba ha tenido para su pueblo consecuencias devastadoras y su resistencia, sin duda, ha sido heroica. Pero esa resistencia endureció al régimen castrista al grado de reprimir libertades a niveles violatorios de los más elementales derechos humanos.
El llamado que hizo ayer AMLO a Estados Unidos para que levante el bloqueo debe verse a través de esa lupa, pero sin menoscabo de que el alineamiento con La Habana anunciado, podría llevarnos inevitablemente a un enfriamiento de consecuencias impredecibles con nuestros vecinos del norte.
Instantáneas:
1. RECIBIDO. Quien esto escribe acusa recibo de las cartas enviadas a EL UNIVERSAL por Santiago Creel Miranda y Santiago Creel Garza Ríos. En ellas consideran “falsa e inexacta” la información aquí publicada bajo el título “Santiago Creel y ¿sus empresas factureras?, y rechazan ser o haber sido socios o tenido alguna relación con el despacho Álvarez Puga o vínculo con las empresas mencionadas en la columna. Ya publicadas íntegras las dos misivas en la edición de ayer de este diario, me permito hacer algunas consideraciones. La columna, desde su encabezado, pregunta, no afirma, a partir de evidencia razonable publicada hace once años con declaraciones de Gabriel Reyes Orona, entonces Procurador Fiscal, lo que el propio Creel reconoce al señalar en la carta que “su contenido ha sido de igual forma desmentido en diversas ocasiones”. La columna añadió la denuncia hecha a este reportero por una presunta víctima de defraudación de alguna de esas empresas, quien pidió el anonimato y prometió asumir la carga de la prueba y mostrarla. Ya veremos.
2. ¿SERÁ, como afirman algunos malosos que se dicen bien informados, que el senador del Verde, Manuel Velasco Coello y familiares adquirieron trece departamentos en Miami a través del ahora prófugo de la justicia Víctor Manuel Álvarez Puga? Solo es pregunta al senador.
3. EMBAJADORES. Dicen que ahora que se ha vuelto a poner de moda el nombramiento de políticos en cargos diplomáticos para mostrar cogobierno con la oposición o para mandar lejos a personajes incómodos a la 4T, Velasco Coello podría ser un prospecto. La rumorología insiste en que tal procedimiento podría incluir a personajes con aspiraciones presidenciales. Son rumores, son rumores.
4. CUMBRE. Con una cena en el Palacio Nacional iniciará hoy la sexta Cumbre de la Comunidad de Estados de América Latina y el Caribe (CELAC). Anoche parecía confirmado que el presidente de Argentina, Alberto Fernández no viene. La razón, no oficial, es que no quiso dejar al país en manos de la vicepresidenta y exmandataria Cristina de Krichner con quien sostiene un enfrentamiento que ya se convirtió en crisis política.
5. CAMPECHE. El excomisionado Nacional de Seguridad, Renato SalesHeredia, ya fue propuesto por la nueva gobernadora de Campeche, Layda Sansores, como Fiscal General del Estado. Sales Heredia, quien también fuera subprocurador de Justicia en la Ciudad de México, declinó su candidatura al gobierno de Campeche por el PT para apoyar las aspiraciones de Sansores.
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