Isabel Miranda Torres tiene experiencia en el arte de amedrentar a quien ella pone en su lista de adversarios. Lo ha hecho impunemente contra defensores de derechos humanos, periodistas y abogados, públicos y privados.

Es el caso, por ejemplo, de Ambar Treviño Pérez, quien llevó la defensa de César Freyre Morales, Juana Hilda González Lomelí y Brenda Quevedo Cruz, personas acusadas por haber, supuestamente, secuestrado y asesinado a Hugo Alberto León Miranda.

En el pasado el poder corruptor de Isabel Miranda era tan grande que utilizó a la SIEDO para que la abogada fuera detenida por agentes federales y luego arraigada en una casa de seguridad con el propósito explícito de que abandonara su responsabilidad.

Treviño cuenta que después de varias semanas muy penosas, de madrugada fue trasladada a una prisión en Durango donde la amenazaron convincentemente de que la matarían.

Ivonne Mares Ahedo fue la abogada de Jacobo Tagle Dobin, otro de los presuntos secuestradores. Ella también tuvo que enfrentar una orden de aprehensión orquestada por los abogados de Isabel Miranda, igualmente con el objeto de removerla de su cargo. A partir de esta maniobra Mares fue suspendida en el Instituto Federal de Defensoría Pública (IFDP) y vio truncada la sólida carrera que tenía como defensora pública.

Anabel Hernández, colega periodista, publicó en 2014 un reportaje en la revista Proceso, donde cuestionó la identidad de Hugo Alberto Wallace Miranda y también exploró la hipótesis de que esta persona siguiese viva.

En revancha Gualberto Ramírez, quien entonces laboraba en la SIEDO, detuvo a la periodista y la amenazó con acusarla de delincuencia organizada si continuaba publicando cosas relacionadas con el caso Wallace.

Aquí solo tres de las varias decenas de víctimas afectadas impunemente por el poder corruptor de Isabel Miranda. El martes pasado ella procedió a sumar un adversario más a su lista: Salvador Leyva Morelos Zaragoza, titular de la unidad que lucha contra la tortura y los tratos inhumanos dentro del Instituto Federal de Defensoría Pública (IFDP).

Se trata de una oficina nueva, creada en 2019 por el responsable de ese instituto, Netzaí Sandoval Ballesteros, para asegurar que las personas defendidas por esa institución no sufran violaciones en sus derechos humanos.

Isabel Miranda está furiosa porque su poder corruptor no tiene oportunidad alguna dentro de este instituto, pero no se detendrá hasta lograr que Salvador Leyva experimente riesgos similares a los relatados.

Isabel Miranda me utilizó para acusar a Leyva de haber mentido ante la autoridad. Asegura que este servidor público me hizo pasar como funcionario del IFDP durante una visita que realicé al Cefereso de Morelos, el día 19 de septiembre de 2019, para entrevistar a Brenda Quevedo Cruz y Juana Hilda González Lomelí, ya que ambas declaran haber sido víctimas de tortura. El propósito de esta visita fue conocer y valorar, de viva voz, los argumentos detrás de tales acusaciones.

Debo aclarar que no acudí como funcionario y por tanto no suplanté a ninguna autoridad. Visité esa prisión federal como un ciudadano que se dedica al periodismo y que desde ese ejercicio posee datos e información relevante para apoyar el desempeño de la unidad dedicada a luchar contra los tratos inhumanos dentro del IFDP.

Miranda también acusó a Salvador Leyva por haber compartido conmigo el expediente de la causa penal relativa al secuestro de su hijo. Aquí ella corrompe de nuevo la verdad.

Cuento con más de 70 tomos de esa causa gracias a que otro de los imputados, Albert Castillo Cruz, lo compartió conmigo. Aunque parezca increíble, él logró obtener ese inmenso legajo a través de un amparo, porque el juez no quería entregarlo a un hombre que, en primera instancia, fue sentenciado a más de siete décadas de prisión.

ZOOM:

Amedrenta usted para que no haga mi trabajo, pero se equivoca en sus cálculos. Cuando persiguió a Ambar Treviño, Ivonne Mares y Anabel Hernández sembró la energía que ahora me convoca para perseverar en esta investigación. Si intenta también silenciarme, considere que el esfuerzo por encontrar la verdad continuará multiplicándose. No nos puede callar a todos porque el poder corruptor, afortunadamente, es finito.

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