El final de un año siempre invita a la reflexión, pero en el ámbito de la tecnología, 2024 ha sido especialmente revelador. Este ha sido un año en el que la inteligencia artificial, las energías renovables y la conectividad global han demostrado su poder transformador. Desde nuevas regulaciones para el uso ético de la IA hasta avances en almacenamiento energético y la consolidación de ciudades inteligentes, 2024 nos deja un legado de innovación que marca la pauta para lo que viene en 2025.

En el corazón de este panorama se encuentra el crecimiento exponencial de la inteligencia artificial generativa, una tecnología que ha cambiado nuestra manera de trabajar, comunicarnos y crear. Hoy, herramientas como ChatGPT no solo resuelven problemas cotidianos, sino que se integran en procesos críticos en áreas como la educación y la salud. Sin embargo, este avance nos plantea preguntas profundas sobre la privacidad, el empleo y la necesidad de desarrollar un marco ético global. El desafío no es solo tecnológico, sino humano.

Otro hito ha sido la carrera hacia la sostenibilidad energética. En 2024, presenciamos cómo los avances en baterías de estado sólido y sistemas de energía renovable, como techos solares más accesibles y eficientes, redefinieron el consumo energético tanto en hogares como en industrias. Este movimiento hacia energías limpias no solo es una respuesta al cambio climático, sino una estrategia de independencia tecnológica y económica que promete ser el pilar de las naciones en las próximas décadas.

La conectividad, por su parte, ha dado pasos significativos con la expansión de redes 5G y los primeros ensayos serios de 6G. Este avance no solo facilita una velocidad de comunicación sin precedentes, sino que abre puertas a la hiperconectividad en las ciudades inteligentes, donde sensores, dispositivos y ciudadanos coexisten en un ecosistema digital que mejora la calidad de vida.

Pero lo más relevante de 2024 no son solo los avances tecnológicos, sino el diálogo que generan. Este año nos recordó que el progreso tecnológico debe ser incluyente, ético y orientado al bienestar colectivo. Es fundamental que sigamos explorando cómo integrar estas herramientas en nuestras vidas de manera responsable, garantizando que beneficien a todos y no solo a unos pocos.

De cara a 2025, los retos son igual de emocionantes. ¿Cómo democratizamos el acceso a la tecnología? ¿Cómo balanceamos la innovación con la regulación? ¿Qué nuevos campos se abrirán con el desarrollo del metaverso o con la llegada de la computación cuántica? Estas preguntas son la brújula que guiará nuestra conversación en el próximo año.

En este cierre de ciclo, quiero agradecer a EL UNIVERSAL Querétaro y a su director, Francisco Flores, por abrirme este espacio en el que he podido compartir mis reflexiones y análisis. Este medio se ha consolidado como un pilar de información confiable y una plataforma para el diálogo constructivo. Gracias por ser parte de esta conversación que nos inspira y nos impulsa hacia un futuro mejor.

Sigamos construyendo, innovando y soñando juntos. ¡Feliz 2025!

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