Queridos lectores, en esta columna vamos a entrarle a un tema que genera controversia y despierta curiosidad entre los motores productivos queretanos: la relación entre innovación y competitividad. ¿Es realmente posible mantener ambos valores en equilibrio?, o ¿es necesario elegir uno sobre el otro?

Planteo esta reflexión a raíz de los recientes resultados del Índice de Competitividad Estatal 2023 (ICE), publicado por el renombrado Instituto Mexicano para la Competitividad (Imco). Según este informe, Querétaro se posiciona como el segundo estado más competitivo del país en términos generales. ¿Cómo entenderlo? Y más aún: ¿cuáles son sus repercusiones?

Analicemos a fondo los datos que revela el ICE 2023, un meticuloso estudio que abarca más de 72 indicadores.

Querétaro destaca en subíndices relacionados con la estabilidad y gobernabilidad, la influencia positiva de las autoridades en el desarrollo económico y la calidad de vida de sus habitantes. Sin embargo, quiero llamar su atención sobre el subíndice de innovación, que mide nuestra capacidad para competir con éxito en sectores de alto valor agregado.

En este aspecto, obtuvimos el cuarto lugar a nivel nacional. A primera vista, podría parecer un logro alentador para nuestro estado, ya que evidencia la existencia de sectores económicos innovadores y una industria diversificada. Pero, ¿qué implicaciones tiene esto en nuestra realidad cotidiana?

Es indudable que Querétaro se alza en la escena nacional e internacional con distintos reconocimientos, como el quinto lugar en Ciudades Latinoamericanas del Futuro según “fDi 2021-2022”. Incluso las calificadoras internacionales más influyentes, como S&P Global Ratings y Moody's, nos brindan perspectivas favorables. Pero más allá de acreditar este buen rumbo, ¿estamos realmente enfocándonos en la innovación como motor de desarrollo sostenible o nos conformamos con ser competitivos en el corto plazo?, ¿qué podemos esperar para los próximos años?, ¿cómo podemos participar e incidir?

En primer orden, debemos ser conscientes de que aún hay un largo camino por recorrer y muchas brechas por cerrar. Es cierto que el binomio innovación-competitividad puede abrirnos las puertas para atraer talento e inversiones, pero no debemos olvidar que el objetivo último debe ser mejorar la calidad de vida de nuestra comunidad. En esta misma sintonía, debemos anteponer nuestra capacidad de generar nuevas ideas, de generar tecnologías de vanguardia, de crecer pensando en las generaciones del mañana.

Cómo podemos innovar para competir y, al mismo tiempo, asegurarnos de que todos los queretanos se beneficien de ello. Es momento de repensar nuestro rumbo y establecer una ruta clara y medible hacia el desarrollo integral.

Innovemos para competir, sí, pero también compitamos para vivir mejor. Enfrentemos este desafío como ciudadanos participativos, informados, críticos, exigentes; ciudadanos colaborativos dispuestos a crear un Querétaro que sea verdaderamente el mejor lugar para vivir.

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