El pasado lunes se presentó el Plan México, una ambiciosa estrategia de desarrollo económico para el 2030 que presenta una visión integral que busca llevar al país hacia un crecimiento más equitativo, sostenible y competitivo.

La estrategia incluye metas ambiciosas como la creación de 1.5 millones de empleos adicionales, el incremento del contenido nacional en un 15% y la generación de 150 mil nuevos profesionistas y técnicos cada año. En Querétaro, estos objetivos pueden traducirse en avances significativos en la calidad de vida, gracias a su capacidad para atraer inversión extranjera directa y fomentar la colaboración entre empresas, universidades y el gobierno.

El Plan México adopta elementos de una estrategia clásica de sustitución de importaciones, buscando reducir la dependencia de bienes extranjeros mediante el fortalecimiento de la producción nacional. Aunque la intención de estimular la economía interna y las cadenas de proveeduría es válida, es fundamental evitar los errores del pasado.

Lograr las metas del Plan México requerirá inversiones significativas en infraestructura, agua y energía. Aumentar en 27,000 MW la capacidad instalada de generación eléctrica es una tarea titánica, considerando que la demanda real podría requerir al menos el doble.

Uno de los objetivos más ambiciosos del Plan México es atraer 100 mil millones de dólares de inversión extranjera anual hacia 2030, frente a los 32 mil millones actuales. Alcanzar esta meta requerirá no solo un entorno de negocios competitivo, sino también un marco regulatorio que simplifique trámites y reduzca las barreras de entrada.

El decreto de relocalización de empresas y la Ley Nacional de Simplificación y Digitalización de Trámites, anunciados para enero de 2025, son pasos en la dirección correcta. Sin embargo, el éxito dependerá de su implementación efectiva y de garantizar que las empresas perciban a México como un destino confiable y atractivo para invertir.

El Plan México tiene el potencial de transformar la economía del país y colocar a México como un actor relevante en el escenario global. Sin embargo, su éxito no dependerá solo de la ambición de sus metas, sino de su capacidad para ejecutarlas de manera efectiva, inclusiva y sostenible.

Querétaro es un gran ejemplo de cómo las inversiones industriales pueden traducirse en prosperidad compartida y por lo mismo uno de los estados que más podía beneficiarse de esta estrategia. Para que este modelo funcione a nivel nacional, el gobierno debe priorizar, como se ha hecho en Querétaro, la infraestructura, garantizar el acceso al agua y a la energía, y crear condiciones que incentiven la inversión privada sin sacrificar las ventajas del comercio internacional.

Un México más fuerte y equitativo está al alcance, pero requiere voluntad política, la participación activa de todos los sectores de la sociedad (hoy parece que contamos con estos dos elementos) y una ejecución impecable. El Plan México es una promesa; ahora toca convertirla en realidad.

@RubenGaliciaB

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