A raíz del desplegado firmado por 650 personas, para condenar las amenazas a la libertad de expresión y algunas acciones del gobierno actual, hay quienes se han sentido con derecho a cuestionar y hasta agredir a quienes lo firmamos, convertidos en comités de salud pública como los que tuvieron algunas revoluciones.
No quiero quedarme callada frente a esto y por eso respondo aquí, por supuesto solamente por mí, pues no conozco las motivaciones de los demás.
El presidente López Obrador descalificó a todos los firmantes diciendo que son conservadores, que apoyaron a los presidentes anteriores y que recibieron de ellos beneficios. Por lo que a mí respecta, esto es falso. He pasado mi vida adulta criticando a los poderosos, en este espacio generoso de EL UNIVERSAL, en mis libros, cursos y conferencias. Jamás he recibido beneficio alguno, jamás acepté cargos, invitaciones, premios, becas ni regalos del poder. No tengo sueldos millonarios ni prebendas de ningún tipo, aunque los chairos digan (sin demostrarlo) que todos los que no apoyamos ciegamente al mandatario es porque dejamos de recibir chayotes o sueldos espectaculares.
En cambio, y eso es de conocimiento público, esto no lo pueden decir varios personajes de su gobierno y de sus amigos, que sí se beneficiaron y aceptaron cargos, premios, invitaciones, becas y regalos de esos gobernantes a los que ahora tan indignados critican.
No soy de oposición, pero tampoco soy de adulación. No participo en grupos contra el gobierno, pero tampoco en grupos que lo apoyan. Me he mantenido y me voy a seguir manteniendo independiente para poder aplaudir o criticar cuando así lo considere. Esto lo saben quienes me conocen y también lo sabe el Presidente. Por eso cuando era Jefe de Gobierno me invitó a formar parte de un comité para supervisar compras y fui parte del comité ciudadano de la Secretaría de Cultura del entonces DF. Y cuando fui a Los Pinos, no iba invitada por nadie, sino porque yo pedí una cita para solicitarle a la señora Marta Sahagún de Fox que dejaran de perseguirlo cuando el desafuero.
Firmé el desplegado para protestar por el clima de linchamiento que se ha creado desde el poder contra los intelectuales y contra los periodistas críticos, el cual, según datos del diario El país, ha llevado a que en 2020 se hayan cometido 45% más de agresiones contra ellos que en el mismo periodo del año pasado, una cada once horas y en algunos casos, estas han sido mortales. Y ese ánimo, dice el diario español y yo estoy de acuerdo, se ha generado desde las mañaneras y desde el discurso presidencial que luego sus colaboradores retoman: basta que alguien proteste para que reciba amenazas o acciones reales en su contra, de la UIF, de la SFP y de quienes se sienten con derecho de correr del país a los que no les gustan o de hacer acusaciones como se observa en el desplegado que el Mandatario le encargó a sus intelectuales orgánicos. Y eso me parece gravísimo.
Me opongo, de manera tajante, al método de descalificar, acusar, insultar, levantar infundios y meter a todos los críticos en un mismo saco, siendo que no somos iguales. Algunos, yo al menos, apoyamos el proyecto de López Obrador de cambiar al país y a las prioridades políticas y sociales, así como de combatir la corrupción, pero el excelente fin no justifica los pésimos medios que se están usando.