Hay un dicho popular que dice: “Abuelo rico, padre millonario, hijo pobre”. Y eso aplica no sólo en las finanzas, sino que también se replica en el mundo de la política. Y eso le puede pasar a las nuevas generaciones de Acción Nacional si no se miran en el espejo de lo que ocurrió con el Partido Revolucionario Institucional, quienes abandonaron sus principios revolucionarios y hoy son apenas una pálida sombra.
El PAN, en sus orígenes en 1939, en Querétaro fue un partido perseguido; incluso sus fundadores fueron encarcelados a inicios de la década de los 40. Sus herederos, forjados en la lucha, en la llamada brega de eternidad y en soportar burlas al ser llamados “místicos del voto”, entre otras cosas, lograron establecer un proyecto que, en los 90, convergió con el del PRI ya en su fase neoliberal.
Así, lograron arribar al poder e imponer una hegemonía partidista en Querétaro, en donde de los últimos cinco gobernadores, cuatro han sido emanados de las filas de Acción Nacional.
Sin embargo, el último gobernador, Mauricio Kuri, junto con su camarilla, heredó el poder sin haber pasado por el aprendizaje que da el haber sido de la resistencia política y eso se refleja en sus resultados y el ambiente interno del PAN. Así, la tercera generación, que no padeció el ser oposición, sino que creció bajo las mieles del poder, carece de esa visión estratégica.
Al interior, el PAN parece balcanizado, donde no hay un factótum que pueda concentrar a todas las corrientes. Lejos quedó ya esa categoría de análisis en donde se dividía al blanquiazul en dos facciones, la de neos y duros.
Hoy no se percibe un liderazgo real que pueda aglutinar los esfuerzos, menos aun cuando Mauricio Kuri ya tiró la toalla y anunció que después de su gobierno se retira de la política, lo cual corta los incentivos para que sus correligionarios lo sigan. Además de la carencia de un proyecto ideológico claro, los grupos se reducen a disputar cargos, no ideas.
En política, los detalles son esenciales y prueba de ello es la campaña en contra del diputado morenista Gilberto Herrera, quien es su villano favorito y ven como una potencial amenaza, aun cuando faltan dos años y medio para las elecciones.
Esta estrategia, lejos de acabar con este personaje polémico, pareciera que lo ha venido a revivir. Si su intención era acabarlo, el resultado resultó un efecto boomerang, pues muchos quienes no lo conocían ahora saben de su existencia: lo bajaron de la Sierra para hacerlo visible en la población urbana.
Ahí está el error de Acción Nacional: no hay una visión estratégica hacia el futuro, lo cual podría llevar a que la tercera generación termine por perder el poder que construyeron en la generación pasada figuras como Alfredo Botello, Felipe Urbiola, Ignacio Loyola Vera, entre otros.
Periodista y sociólogo. @viloja