En una era donde el individualismo predomina, donde el afán por el éxito personal y el beneficio privado superan al bienestar colectivo, donde importa más el lucro que el bien común; en tiempos donde el modelo neoliberal exalta al individuo por encima del grupo, siempre se destacará una voz que predique lo contrario. Aunque —como dice el clásico pasaje bíblico— sea predicar en el desierto, ese esfuerzo no es tiempo perdido, ya que puede dejar huellas imborrables en una sociedad egoísta como la del siglo XXI.

Hecha esta reflexión, quiero referirme a don Luis Ugalde Monroy (1925), quien falleció este 4 de enero a sus 99 años y dejó un legado inspirado por su profunda vocación religiosa —interrumpida temporalmente—, pero que trascendió hacia la defensa de un principio fundamental: la fuerza colectiva. Ugalde Monroy, fiel a las enseñanzas de Ignacio María Loyola, defendía la idea de que, aun desde la debilidad individual, puede surgir una poderosa fuerza comunitaria.

Luis Ugalde Monroy fue uno de los pioneros del cooperativismo en Querétaro. Cooperar es la palabra clave para entender su legado. Cooperativa proviene del latín cooperativus, que significa “trabajar conjuntamente” (cooperare). Este movimiento promueve la creación de organizaciones donde las personas colaboran para resolver problemas económicos y sociales desde la base comunitaria.

Ugalde fue un férreo impulsor de este modelo y dejó una huella profunda en Querétaro al promover cajas populares como la Florencio Rosas, la Gonzalo Vega, la Inmaculada y la Caja Libertad. Esta última, aunque hoy en día se asemeja más a un banco y ha estado envuelta en polémicas, nació de la organización de locatarios del Mercado Escobedo, impulsada, como él mismo subrayaba, por la fuerza colectiva.

Además de impulsar el cooperativismo, una de sus mayores satisfacciones fue su reivindicación de la Iglesia Católica. Ordenado sacerdote a los 26 años, en 1975 fue expulsado del clero por promover la idea de la organización colectiva. Eran tiempos de la Guerra Fría y donde cualquier cosa que pareciera socialismo era como si la enviara el mismísimo Satán. Finalmente, en 2022 fue rehabilitado por su comunidad religiosa.

Ugalde siempre rechazó la idea de que el egoísmo fuera parte de la naturaleza humana. Atribuía ese comportamiento a las condiciones sociales, entornos culturales y paradigmas impuestos por el capitalismo neoliberal. En múltiples entrevistas afirmó que el ser humano es colaborativo por naturaleza, pues la cooperación ha sido clave en su desarrollo.

Nos queda su legado: una huella profunda y social en Querétaro que no debe olvidarse, un llamado a redescubrir el valor de la cooperación y la fuerza del esfuerzo comunitario. Ojalá su memoria sea reconocida con la importancia que merece.

Periodista y sociólogo. @viloja

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