El PRI se arrastra por este mundo con la vergüenza de haber sido y el dolor de ya no ser, tal como dice el tango de Gardel “Cuesta Abajo”. En menos de diez años, el PRI ha iniciado una debacle que lo ha convertido en un partido menor, superado incluso por el Partido Verde Ecologista. Lejos quedó su influencia en las decisiones nacionales. Un ejemplo de sus errores es la reciente modificación de los estatutos internos del Partido Revolucionario Institucional para perpetuar a Alito Moreno en su liderazgo nacional.

El PRI nació desde el poder, para el poder, y para repartir el pastel político entre los revolucionarios triunfantes que enfrentaban purgas políticas en cada renovación presidencial. Atravesó tres etapas. La primera es el Partido Nacional Revolucionario, un gran frente de generales revolucionarios. Durante el cardenismo, ya como PRM, adoptó la ideología izquierdista del entonces presidente y se volvió corporativista.

Finalmente, se transformó en el Partido Revolucionario Institucional, una contradicción en sí misma. Giovanni Sartori lo definió como un partido hegemónico pragmático, que se adaptó a las circunstancias y a los dictados del presidente en turno. Si había que usar moño o guayabera como Ruiz Cortines o Echeverría, gustosos lo hacían porque vivir fuera del presupuesto era vivir en el error.

El PRI abandonó el nacionalismo revolucionario y el Estado del bienestar en los ochentas. Sin embargo, su corporativismo impidió varias reformas neoliberales. Con Salinas, rumores indicaban que el PRI se transformaría en un nuevo partido llamado, precisamente Solidaridad.

No cambió la forma, siguió con la contradicción entre el neoliberalismo y el viejo corporativismo, llevándolo a su derrota en el año 2000. Tras dos sexenios de panismo, se recuperó con Peña Nieto, pero el declive continuó. Liderazgos como el de Alito Moreno, que inició como líder universitario en Campeche y que traicionó a sus mentores para adueñarse del poder.

El pecado del PRI fue no regenerarse después de la derrota del 2018, ignorando la necesidad de volver a sus principios. Se embarcaron en una alianza anti-López Obrador sin fundamentos ideológicos más que el odio contra el Peje, convirtiéndose en comparsas del PAN. En Querétaro, el PRI no renovó sus cuadros tras recuperar el poder en 2009. Con Francisco Domínguez y el PAN avasallando, el PRI se entregó a Acción Nacional, tirando a la basura su historia.

Hoy, a nivel nacional y local, la relación del PRI con el PAN ha sido destructiva para ambas partes. El PAN está pensando en deshacerse de la alianza. El PRI enfrenta ahora el reto de si Acción Nacional cumplirá con todas las posiciones, dado que la hegemonía del voto recayó en el PAN, comprometiendo el futuro del PRI. Cuesta abajo en su rodada, rumbo a la extinción, va en marcha el PRI.


Periodista y sociólogo. @viloja

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