Felipe Fernando, en su papel de príncipe iluminado de Querétaro, quiso imponer “orden” en el Centro Histórico, pero sólo obtuvo desorden, con lo que quedó demostrado que, en su visión, el orden no es más que la fuerza bruta de la policía contra los ciudadanos que no encajan en su molde de “queretanos queretanos”.

Para Felifer, el corazón de la ciudad necesitaba una “operación limpieza”, la cual no es mejorar la infraestructura sino expulsar a comerciantes indígenas que incomodan a sus amigos y patrocinadores panistas.

Así fue como convocó a sus “generales” quienes arengaron a sus policías en las calles de cantera rosada, como si se prepararan para una gran batalla. Deberían darle una medalla de mérito al “general” por haber agredido con perros a mujeres indígenas que sólo buscan un medio para subsistir. ¿Diálogo? No, lo único es escoger entre el “pan o palo” de la represión panista, la misma con la que siempre han gobernado.

El resultado de este bochornoso espectáculo fue ser otra vez noticia a nivel nacional por tal agresión contra ciudadanos desarmados.

Incluso hasta la Defensoría de Derechos Humanos de Querétaro (DDHQ) tuvo que pronunciarse por tan brutal acción policiaca y decir que investigarán por oficio sin importar de qué autoridad se trate.

Mientras eso sucedía, el fiscal, quien es admirador de John Wick hasta en el look, también quiso poner orden y terminó por crear desorden con una carpeta de investigación insólita, donde se acusó a una niña de 14 años de haber abortado, para luego decir que fue homicidio y exigir que pagara al presunto padre del producto una suma exorbitante: más de 500 mil pesos. Esa es la justicia en Querétaro, donde los poderosos siempre salen impunes y los pobres son quienes enfrentan todo el peso de la ley.

Incluso la presidenta Claudia Sheinbaum tuvo que pronunciarse sobre el caso y le pidió a Citlalli Hernández, próxima secretaría del Instituto Nacional de las Mujeres, dar seguimiento. Como balde de agua fría cayó este hecho y rápidamente mostraron sus contradicciones al renunciar a su “autonomía” y acatar la orden desde la ciudad de México y dar carpetazo al tema.

Para rematar la semana, en pleno festejo de Día de Muertos, hubo otro enfrentamiento entre inspectores y vendedores ambulantes en la Alameda. Le apuestan a la represión, no a la negociación. Esa es la “mano dura panista” que algunos seguidores del dictador Franco tanto añoran para Querétaro.

Y la cereza en el pastel: el altar a Hitler en el municipio de Corregidora. Pensé que era fake, pero al final resultó ser real. Es evidente que el espíritu de Hitler ha anidado en el panismo queretano.

Periodista y sociólogo. @viloja

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