Entre las reflexiones que nos dejan las lecciones de las urnas y el mandato del voto, hay un tema que se ha discutido poco en Querétaro, pero que en realidad es trascendente a nivel nacional. Me refiero a la pérdida del registro del Partido de la Revolución Democrática (PRD) que, si bien en Querétaro nunca llegó a tener los niveles de votación que ha mostrado Morena en los años recientes, no podríamos entender la historia reciente sin la existencia del PRD, el Sol Azteca.

Heredero de la corriente nacionalista revolucionaria del PRI y de partidos como el Socialista Unificado de México y del Partido Mexicano Socialista, que tomó su registro para poder nacer el 5 de mayo de 1989, el Sol Azteca en su momento fue un partido fundamental en la democracia mexicana.

Cuando se imponía el bipartidismo entre el PRI y el Partido Acción Nacional, surge de un movimiento electoral con una visión heredera del nacionalismo revolucionario y que se opone a todas las reformas neoliberales que se pretendían implementar desde el gobierno de Carlos Salinas de Gortari. Así es, el Partido de la Revolución Democrática es heredero de esa lucha de izquierda que, en el 88, encabezados por Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, hijo del expresidente Lázaro Cárdenas, rompe con el Partido Revolucionario Institucional al no compartir la nueva visión neoliberal que se imponía en el PRI.

Primero nace como un frente democrático donde se suman de manera inédita el Partido Auténtico de la Revolución Mexicana, el Partido Popular Socialista, el rebautizado Partido Frente Cardenista de Reconstrucción Nacional y, finalmente, el Partido Mexicano Socialista, con la declinación de Heberto Castillo en favor de Cuauhtémoc Cárdenas para formar un frente izquierdista que hiciera oposición al priismo que estaba mutando de piel. Después, el PARM, PPS volverían a su papel de partidos satélites.

Ya mucho se ha discutido sobre el fraude electoral de 1988, sobre la caída del sistema, pero aquí la virtud que tuvieron Cárdenas, Heberto Castillo, Porfirio Muñoz Ledo y, después, el propio López Obrador, es que supieron institucionalizar la lucha electoral y esquivaron la tentación de las armas para formalizar todo a través de la vía electoral.

El PRD, si bien era la tercera fuerza nacional, fue víctima de sus propios errores cuando, en vez de mantenerse en esa posición crítica de oposición, decidió negociar con sus antiguos rivales y acabó siendo una parte mínima de esa alianza en esta reciente elección. Sus principales figuras lo fueron abandonando poco a poco: Cuauhtémoc Cárdenas primero, López Obrador después, Porfirio Muñoz Ledo, cuando vieron que el PRD se desdibujaba ideológicamente y sólo quedaba el cascarón. Lamentablemente ha perdido el registro en esta ocasión, muy pocos votos le refrendaron, y le decimos adiós a un partido que fue referente, pero que no supo adaptarse a los tiempos, y una nueva figura de izquierda como Morena lo acabó reemplazando.

Réquiem por el PRD.

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