Quizás el escritor Augusto Monterroso se equivocó en su cuento y ahora, cuando despertemos, el dinosaurio ya no va a estar ahí.
Este 4 de marzo, el PRI llega a su aniversario en uno de sus momentos más bajos de su historia. Ni siquiera en 2001, tras haber perdido la Presidencia de la República por primera vez, estaba tan debilitado como ahora. En ese momento, por lo menos aún tenía cuadros políticos y discurso. Hoy el PRI es un cascarón vacío.
Tras su debacle en 2000 y tras un mediocre papel en 2006, el PRI apostó a una carta para recuperar la presidencia de la República. Su apuesta fue Enrique Peña Nieto y un discurso de un nuevo PRI, pero con un partido que nunca aprendió de los errores de su pasado. Carente de contenido político, se convirtió en una quimera y en un dinosaurio en vías de extinción.
Basta ver las recientes encuestas publicadas por medios nacionales, donde, en intención de voto, Morena encabeza las preferencias de manera prácticamente hegemónica. La sorpresa es que el segundo lugar lo ocupa Movimiento Ciudadano, desplazando al PAN al tercer sitio. Y al PRI a un irrelevante lugar: si fuera liga de futbol, el tricolor estaría al borde del descenso.
Y en Querétaro, la situación es aún más lamentable. En los últimos meses hemos visto una deserción constante de militantes, muchos de ellos considerados la “nueva sangre priista”, pero que han optado por abandonar el barco y sumarse a Movimiento Ciudadano.
El ejemplo más claro es el de Paul Ospital, joven de las juventudes calzadistas que, junto con Abigail Arredondo, María Alemán y otros personajes más de su generación, parecía destinado a renovar al partido. Incluso Ospital llegó a usar como lema una frase en decía que seguía los pasos de Pepe. Es evidente que hoy caminan hacia destinos opuestos.
Esas jóvenes promesas se diluyeron y ninguno logró consolidar un liderazgo que entendiera el papel histórico del PRI. Ahora, enfrentan el declive absoluto del Revolucionario Institucional.
El colmo fue la falta de tacto político de la presidenta estatal del PRI al exigir que Paul Ospital regresara su diputación, pues al pasarse a Movimiento Ciudadano, este partido automáticamente ganaba una curul en el Congreso local.
Esto refleja la decadencia del PRI, que ha llegado a un punto en el que necesita con desesperación cada escaño y, en su afán de retenerlos, terminó impulsando una ley “anti-chapulín” para castigar a quienes brincan de un partido a otro. Pero el momento más absurdo llegó cuando la también diputada se puso una sudadera del Chapulín Colorado, llevando la política a un nivel de clickbait en vez de discurso.
El PRI ha equivocado su visión, y más aún en Querétaro, su cuna. Aquí nació, y al parecer, aquí también será su tumba.
Periodista y sociólogo. @viloja