La egresada de ingeniería en Biotecnología del Tecnológico de Monterrey, Campus Querétaro, Miriam Vázquez Segoviano, fue seleccionada para viajar a Harvard donde realizó un proyecto de modelación de enfermedades renales por medio de células madre, como parte del programa de estancias de investigación en Harvard Medical School, donde colaboró con el laboratorio de Regeneración de Órganos e Ingeniería de Tejidos.

Miriam relata que fue a finales de 2019 cuando llegó la convocatoria por parte de la institución educativa para hacer una estancia de investigación en Estados Unidos con Harvard Medical School, la cual estaba enfocada en medicina regenerativa y uso de células madre, un tema que siempre le ha llamado la atención.

Científica queretana, tras estudiar en Harvard, seguirá su doctorado en el King’s Collage, en Inglaterra
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“Fui seleccionada y en enero de 2020, yo me voy a Boston a empezar este proyecto, donde mi plan inicial era quedarme seis meses y después, por cuestiones de pandemia y porque el proyecto iba muy bien, yo decido extenderme un año y regresé a México hasta finales de 2020”, comenta.

El proyecto consistió en modelar una enfermedad que se llama complejo de esclerosis tuberosa, un padecimiento multisistémico que está relacionada con cambios en la piel, el cerebro, el riñón y corazón.

La investigación de Miriam estuvo enfocada en el ámbito renal de esta afección, la cual está considerada como una enfermedad rara, pues se conoce muy poco de ella y aún hay muchas preguntas al respecto, por lo que la investigación se enfocó en replicar la enfermedad y sus impactos en el riñón para ver qué manifestaciones se podían encontrar.

“La enfermedad nunca había sido modelada en los órganos de riñón, entonces era algo muy novedoso. Empezamos a sacar el proyecto y nos dimos cuenta que estábamos modelando la enfermedad y obteniendo manifestaciones que los pacientes tienen en el riñón y diferentes tipos de severidad.

“Todo esto lo hicimos a partir de células madre, lo que hicimos fue diferenciar las células madre del tejido de riñón y formar estos pequeños órganos de riñón que se llaman organoides de riñón, para poder modelar de forma más personalizada y con un poco más de complejidad esta enfermedad rara”, detalla.

Al ser una enfermedad aún poco analizada, el hecho de modelarla, da oportunidad de poder resolver algunas de las cuestiones que aún se presentan sobre la misma, por ejemplo, de dónde provienen las células que aparecen en las personas con la enfermedad, pues aún se desconoce su origen.

“¿Qué se observó? Yo trabajé con tres líneas celulares, una que es el control, que básicamente es una línea sana, una que solamente tiene una mutación y la otra que está doblemente mutada y nos dimos cuenta que se confirman algunas hipótesis de que la enfermedad solamente se va a presentar en la línea que está doblemente mutada, entonces ese fue un descubrimiento que hicimos, otro de los descubrimiento fue que se notó la aparición de quistes en el organoide afectado, a veces hasta tres veces más grande de lo normal”, abunda.

Científica queretana, tras estudiar en Harvard, seguirá su doctorado en el King’s Collage, en Inglaterra
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Destaca que uno de los objetivos de estas investigaciones es llegar a drogas que sean mejores y más efectivas en el tratamiento de esta enfermedad.

Miriam comenta que ella es el primer miembro de su familia que se interesa en esta área científica, pues sus padres siempre la han impulsado a seguir sus sueños y desde pequeña descubrió que estar en un laboratorio era lo suyo.

“Cuando estaba en prepa, tuve una maestra que nos daba clases de biología y vimos algunas cuestiones de genética y yo dije: ‘¡wow, esto es algo que me gusta y que quiero estudiar!’”.

Su estadía en Boston fue una oportunidad para cuestionarse su futuro en la ciencia y decidió que era este camino el que quería seguir, por lo que informó que aceptó una invitación de la Universidad de King’s Collage, de Londres, para hacer su doctorado sobre esta misma línea de investigación en medicina regenerativa y modelado de enfermedades, células madre e ingeniería de tejidos.

“Estoy muy emocionada porque es una escuela muy buena. Me voy en septiembre, el primer año es como una maestría, tengo rotaciones en diferentes laboratorios, y en el segundo año es cuando empieza mi doctorado y en total son cuatro años y medio”, detalla.

Miriam destaca que para este programa aplican normalmente alrededor de 300 personas y sólo eligen a seis, por lo que, al haber sido elegida, la llena de orgullo, pues reconoce que el área científica en México es poco apoyada y en ocasiones, quienes están en ésta, se sienten en desventaja con otros países para aplicar a estos programas.

“Al no tener las mismas oportunidades que en otros países, ves un poco difícil igualar la experiencia que tienen otras personas, entonces ser internacional tampoco es fácil y estoy muy feliz de haberlo logrado”, destaca la recién egresada.

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