Daniel Velázquez Martínez es originario de San Juan del Río, y durante 10 días participó en labores de rescate de personas de entre los escombros en el sur de Turquía, luego del terremoto registrado el pasado 6 de febrero, el cual también azotó a Siria.
El especialista en derrumbes viajó al medio oriente el 11 de febrero junto con dos especialistas mexicanos, así como un binomio canino, quienes se unieron a un grupo alemán para conformar un equipo de 15 elementos que lograron el rescate de 17 personas durante su estadía en esa región.
“Estuvimos 10 días completos en toda esta zona, tres mexicanos, dos especialistas: Sergio López, un especialista en la preparación de los perros en la parte de rescate; llevamos un binomio canino de nombre Domy y, desde luego, el otro mexicano es Víctor, también de apellido López, no son parientes, él es un topo”, detalla.
A pesar de no contar con el apoyo de ninguna institución del gobierno y viajar con recursos propios, el especialista destaca que esto no fue impedimento para que todos arriesgaran su vida en esta labor que los llevó hasta el otro lado del mundo.
“Ellos arriesgaron la vida, la arriesgaron directamente porque había que entrar a lugares y espacios confinados, pero no controlados (…) Acá se hizo polvo todo, es increíble ver la devastación y la destrucción, como si hubiera sido un bombardeo, me ha tocado ver algunos lugares que han sido bombardeados, por ejemplo Ucrania, y es algo muy similar”, relata.
Reconocen que, a pesar de las diferencias culturales y religiosas, es la humanidad lo que nos une con aquel y otros países en donde los mexicanos no dudan en brindar ayuda, y recuerda cómo cientos de personas permanecieron en la ciudad que originalmente albergaba a más de 250 mil habitantes y que hoy quedó devastada en más de 90%.
Sin embargo, quienes ahí vivían no han querido partir en espera de recuperar a su familia o tratando de mantener algo de normalidad entre una vida que les fue arrebatada de tajo.
“Son 17 personas las que se pudieron localizar y encontrar, por cuestiones de administración de AFAD (Agencia de Gestión de Desastres y Emergencias de Turquía) y del gobierno turco, nos piden el respeto para las gentes fallecidas y las gentes que se encontraron con vida (…) Aunque nuestra propia cultura y religión es diferente, somos compatibles en humanidad y por eso servimos”, comenta.
Velázquez Martínez narra cómo en uno de los edificios en donde se hicieron labores de búsqueda, un hombre se mantenía día y noche en el lugar esperando recuperar el cuerpo de su hija de 25 años, quien quedó atrapada antes de salir.
“Ahorita me llega a la mente cuando estábamos en un área devastada y el papá de la persona que desafortunadamente perdió la vida, pero al ser rescatada, se acercan a nosotros y nos besan hasta las rodillas, desde luego nosotros no estamos acostumbrados a la cultura y a su forma de agradecimiento, pero lo permitíamos porque para ellos también es una forma de liberar ese agradecimiento y esa forma de hacer sentir hacia los demás”, explica.
Pero esta es solo una escena de las múltiples que tuvo que presenciar en el lugar, como aquella en la que pudo ver cómo un anciano rondaba un lugar y, al ser cuestionado por los soldados, él responde que está volviendo a casa, como parte de la inercia diaria que tenía en su vida.
“El cerco de las fuerzas armadas le preguntaba por qué estaba ahí y él respondía: ‘es que yo voy a mi casa, salgo de mi casa y regreso a mi casa’”, comenta.
El gélido invierno que se vive en aquel lado del mundo también es un factor determinante para las labores de rescate, donde el mantenerse en pie resulta un asunto de vida o muerte.
“La temperatura en la noche llega a bajar a -4 grados, nosotros nos quedamos en un campamento militar, el frío no cede, es algo que no ayudó a la recuperación de vidas y la recuperación de cuerpos, porque el punto de congelación estaba presente y también nosotros, dormir solamente algunas horas, porque el frío de la noche ya no te deja dormir, o te levantas o te congelas”, describe el rescatista.
Con 20 años de experiencia en estas labores, el arquitecto queretano también participó recientemente en Ucrania, en enero de este año, en la planeación de los campamentos permanentes de los refugiados que se han quedado en la frontera.
Sin embargo, lamenta que las autoridades han ignorado la labor de estos grupos humanitarios, pues el apoyo no ha llegado.
“Mandemos un mensaje bueno hacia nuestros organismos cercanos, hacia nuestros gobiernos también, de que estamos preparados”, declara.