Querétaro, Qro.
Sordo de nacimiento y a sus 29 años de edad, Josafat Villalobos Briceño se convirtió en la primera persona en México con esa condición que logra graduarse de la Licenciatura en Terapia Física.
El joven queretano reconoce que no fue fácil alcanzar el nivel educativo de sus compañeros oyentes; sin embargo, con mucho esfuerzo y la ayuda de los intérpretes que siempre estuvieron presentes en el salón de clases, pudo alcanzar su objetivo.
“Fue muy difícil estudiar al mismo nivel de mis compañeros, tuve que esforzarme mucho, pero ahora me siento muy contento de haber terminado mis estudios; mi mamá cada vez que habla de este logro se pone a llorar, todos estamos muy contentos”, dice.
El joven se graduó de la Universidad Politécnica de Santa Rosa, en donde hay un programa de educación incluyente.
Desde que Josafat nació, su familia supo que era sordo total. Hicieron lo posible porque su educación estuviera siempre reforzada por un intérprete de Lengua de Señas Mexicana (LSM), pero no siempre fue así.
El ahora licenciado explica a EL UNIVERSAL Querétaro que durante la primaria y secundaria estudió en el colegio Helen Keller, en Querétaro, instituto donde sólo tenía profesores regulares, es decir, para oyentes; posteriormente Josafat estudió la preparatoria y la universidad, en ambos niveles sí contó con la interpretación en lengua de señas en las aulas de clase.
Al llegar al nivel superior, decidió inscribirse en la Universidad Politécnica de Santa Rosa, donde cursó la Licenciatura en Terapia Física, de la cual se graduó recientemente.
Josafat no niega que completar sus estudios fue una tarea ardua, así como tampoco niega que la convivencia con la mayoría de sus compañeros oyentes también fue difícil.
“A algunos compañeros oyentes les llamaba mucho la atención conocer a una persona sorda, nos comunicamos a través del celular, pero no voy a mentir, no tenía muchos amigos, platicaba con algunas personas, pero en realidad no tenían como este interés de platicar conmigo, por eso el contacto directo siempre fue con el intérprete.
“Llegué a la universidad con muy pocas expectativas, no sabía cómo funcionarían las cosas, el nivel educativo fue muy diferente, muy exigente, reprobé muchas materias, pero tuve que superar eso; muchas veces pensé en retirarme, pero sabía que si me quedaba en casa iba a retrasarme en todo. Muchos maestros fueron muy exigentes conmigo, me explicaron que aunque sea una persona sorda puedo hacer todo lo que hacen los demás”, detalla.
A pesar de los retos, Josafat cumplió su sueño y finalmente completó sus estudios. Cada vez que su madre Edith Briceño García habla de la graduación de su hijo Josafat, lo hace con tanto orgullo que le es imposible evitar las lágrimas.
La historia de éxito de Josafat Villalobos se ha difundido con orgullo entre la comunidad universitaria del estado de Querétaro; incluso el queretano ya ha recibido ofertas de trabajo de parte de algunas clínicas de terapia física.
Actualmente trabaja como maestro en el Instituto Queretano San Javier, donde imparte clases de matemáticas y Lengua de Señas Mexicana a niños.
“Trabajo con niños sordos y me encanta ser un modelo para ellos, que los niños vean que pueden tener una buena vida, que pueden estudiar y que eso nos permitirá apoyar a nuestras familias y ayudarnos a nosotros mismos”, cuenta.
La educación incluyente (a través de intérpretes de LSM) cambió la vida de Josafat, quien confiesa que cuando era niño y vendía flores junto a su madre en el Centro Histórico, jamás imaginó que podría convertirse en un profesionista.
De hecho, el caso de Josafat Villalobos es uno de los casos de éxito más reconocidos por la institución educativa, debido a que el nivel de deserción entre los alumnos con discapacidad (ciegos, sordos o con discapacidad física) en la Universidad Politécnica Santa Rosa es muy alto.
Rodrígo Ortiz, coordinador del Programa de Inclusión en dicha casa de estudios, detalla que el nivel de deserción es aproximadamente de 90%, debido a que los alumnos con alguna discapacidad que llegan a la universidad lo hacen con un nivel educativo muy inferior al de los oyentes, y al encontrar las clases tan complicadas, deciden desertar.
“El nivel de deserción es muy alto porque los alumnos ciegos o sordos vienen de un sistema de educación ‘incluyente’ en donde los hacen menos, les bajan el nivel educativo y salen con certificados con promedio de nueve, pero una vez que están en la universidad las cosas se complican mucho para ellos.
“Aquí todos los alumnos estudian en un mismo salón de clase, sordos, oyentes, ciegos, todos juntos, esa es la verdadera inclusión, claro que tenemos intérpretes de LSM y sistema braille”, explica.
A pesar de las dificultades a las que se enfrentan las personas ciegas o sordas al intentar estudiar la universidad, Josafat elige ver el lado positivo y pide a los jóvenes sordos no rendirse: “A veces las personas sordas pensamos que nunca vamos a alcanzar cierto nivel económico o educativo, pero siempre es bueno esforzarse y aprovechar las oportunidades que tenemos en la vida”.